En el corto tiempo que se pudo ejecutar este plan, ayudó a controlar la venta y consumo de comida chatarra dentro de los centros educativos, según Fernando Ábrego de la Asociación de Profesores de la República de Panamá (Asoprof), pero hacía falta más supervisión de las autoridades, porque pese a lo anterior no se veía la inclusión de venta de frutas en los quioscos.
Llegó la pandemia en 2020, y las clases presenciales quedaron suspendidas para evitar que los estudiantes se contagiaran de covid-19, la educación pasó a ser virtual, las aulas quedaron vacías y el proyecto de buena alimentación en pausa.
