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A Erika Ender le tomó 22 años; vivía acomplejada

Selene Ricord

Erika Ender es una de las mujeres más poderosas y reconocidas de toda Latinoamérica, pero para llegar a ese nivel tuvo que trabajar fuerte no solo en su carrera musical sino también en sus complejos, inseguridades y en la aceptación propia.

Así como otras mujeres, la compositora panameña vivió el carne propia el bullying por su cabello, y aunque a algunos le parezca un tema tonto, existen millones de mujeres que afrontan el mismo tipo de burlas a lo largo de su infancia y juventud, que las convierten en esclavas de la sociedad.

Erika Ender es un ejemplo a seguir para muchas jóvenes, tanto por su talento, como por su hermosa cabellera, que durante un tiempo no fue aceptada ni por ella misma y le tomó 22 años reconocer la naturaleza de su vida. "Batallé con mis rizos 22 años. Viví acomplejada de ellos sin poder saber cómo manejarlos y completamente ciega a sacarles el provecho. Esclava del secador o de alguna plancha, lo maltraté hasta el cansancio por seguir la norma' de lo que se veía bien".

Cuando era niña, su personalidad fuerte la salvó, pero eso no impedía "que me molestara que algunos compañeros se burlaran y me llamaran 'trapeador' o 'micrófono'. En ese entonces no eran tan populares los productos para cabellos rizados y no encontraba quién supiera hacerme el corte correcto para lucirlo en todo su esplendor".

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Y así como dice Sech, ahora todo cambió, le toca a ella. Al convertirse en adulta llegó la aceptación y con ello todo mejoró. "Allí encontré mi verdadero yo, mi estilo, mi autenticidad y volví, lo que creí que era mi debilidad, en mi fuerza. Me mantuve fiel a mi esencia y mis valores, pero crecí desde adentro... Porque al librarte de complejos que existen, mayormente en tu mente y como te ves a ti mismo, todo cambia. El panorama toma otro color... Los horizontes se amplían. Porque lo que vemos en el exterior, no es más que el reflejo de lo que vemos desde el interior".

Con el tiempo, aprendió a liberarse de prejuicios, ataduras, limitaciones y a ser fiel consigo misma para no cargar con pesos innecesarios.

Actualmente, Erika es una mujer plena, su carrera goza de éxito, está en su mejor momento, y además tiene a ese "gringo" que hasta baila con ella.

'No debemos descansar en pulir nuestra mejor versión, ni en encontrar nuestra misión en este mundo. Y una vez la encontremos, unámosla al deseo de amar y servir.'.

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