Continuamos celebrando con fervor la cincuenta pascual, días de alegría en honor de Cristo Resucitado.
Y dentro de esta celebración tenemos el proximo domingo la Fiesta de la Ascensión del Señor al Cielo.
De eso queremos hablar ahora: la Ascensión no es una Fiesta folclórica, pintoresca, Jesús volando hacia arriba majestuosamente, se va al Cielo. Así lo describe el Evangelio y es verdad, pero el sentido profundo que tiene va más allá de lo espectacular y aparatoso.
Es una gran Fiesta litúrgica, que está plenamente integrada al Misterio Pascual de Jesús Resucitado, que a los cuarenta días de la Resurrección va a ocupar su lugar a la diestra de Dios Padre como rezamos en el Credo: subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre".
La "derecha del Padre" es una forma de hablar muy expresiva, que significa mucho más que una posición corporal estática. Es claro que el Padre celestial no tiene derecha ni izquierda. Pero lo que significa esta expresión es algo muy grande. Significa "el poder" de Dios Padre, del cual Jesucristo Resucitado como hombre participa plenamente para su Gloria y reconocimiento. Es verdad que el Hijo de Dios siempre ha tenido el poder del Padre por su Divinidad.
Lo grande es que Dios Hijo, que se ha encarnado en nuestra humanidad, después de cumplir la misión encomendada por el Padre de salvarnos a nosotros los hombres, ha sido restituido a su condición celeste, como Dios y como Hombre. Recibe por tanto el título divino de "Señor", que en el Antiguo Testamento sólo se atribuye a Yavé Dios.
Por eso llamar a Jesús con el nombre de Señor como hicieron los primeros cristianos era una exageración y un escándalo, tanto para los judios como para los paganos del Imperio romano. Para los paganos sólo el Emperador era el Señor. Y los cristianos decían: "Sólo Cristo Jesús es el Señor, no el Emperador". Y por eso eran declarados reos de muerte y condenados a morir en el Circo romano.