El cuerpo humano no es capaz de producir calcio por sí mismo, por eso debe suplementarse en la dieta de acuerdo a las necesidades de cada organismo.
El calcio es el mineral con mayor presencia en el cuerpo humano. Un 99% se encuentra en el esqueleto y un 1% está involucrado en funciones reguladoras como ayudar a que los músculos y los vasos sanguíneos se contraigan y se relajen, para secretar hormonas y enzimas y enviar mensajes a través del sistema nervioso.
Es uno de los nutrientes esenciales cuando se trata de salud ósea. También es indispensable para el crecimiento normal de los niños.
Este mineral provee fortaleza y rigidez a los huesos y dientes, previene enfermedades óseas como la osteoporosis y calambres musculares.
Este nutriente ayuda a una adecuada coagulación sanguínea, disminuye los niveles de colesterol en sangre y de esa forma, previene enfermedades cardiovasculares y de presión arterial alta. También ayuda a transmitir el impulso nervioso, regula la frecuencia cardiaca, mantiene la permeabilidad de las membranas celulares y activa algunas reacciones enzimáticas.
Tome en cuenta la edad
Ofrezca a sus hijos alimentos ricos en calcio
La Máster en nutrición, Dra. Ana Cristina Gutiérrez, asesora en nutrición para Herbalife Centroamérica, señala que la cantidad recomendada de consumo de calcio varía según la edad y enfatiza que cada persona debe consumir lo que su cuerpo requiere. El Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel de los Estados Unidos recomienda las cantidades anotadas en el cuadro a continuación.
TABLA
0-6 meses: 210 mg/día
7-12 meses: 270 mg/día
1-3 años: 500 mg/día
4-8 años: 800 mg/día
9-13 años: 1300 mg/día
14-18 años: 1300 mg/día
19-50 años: 1000 mg/día
51 años o mas: 1200 mg/día
Embarazadas o lactantes: 1000 mg/día
La Vitamina D es clave
Ayuda a absorberlo Junto a la A, C, el Fósforo y Zinc
Entre las principales fuentes de calcio destacan: la leche, el queso y el yogurt, pero también existen alimentos vegetales que son fuente de calcio como la soya, la espinaca, el brócoli, el berro, el perejil, las almendras, los garbanzos, la yema del huevo, entre otros, aunque su biodisponibilidad es menor.