"No nos va a afectar porque hemos preparado todo, estamos acostumbrados a esto", responde a Efe categórico el seleccionador de fútbol de Túnez -rival de Panamá en el grupo G de Rusia 2018-, Nabil Maaloul, cuando se le pregunta por la polémica de si afecta en la preparación y el juego de un profesional el ayuno del mes sagrado de Ramadán.
Una opinión que contrasta con la de la mayoría de expertos -médicos, nutricionistas, preparadores físicos y entrenadores- que insisten en que altera tres funciones reguladoras del cuerpo básicas, como son la alimentación, la hidratación y el sueño, además de reducir la potencia muscular.
Y que merma la capacidad de reacción y concentración de los jugadores de elite, sobre todo en la fase final de este mes sagrado -en el que el creyente musulmán no puede comer ni beber durante el día para entregarse a Alá.
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"Por supuesto que afecta. Nosotros que tenemos ahora que preparar los juegos del Mediterráneo, tenemos que adaptar el tema de los entrenamientos", señala a Efe Toni Gerona, seleccionador nacional de balonmano de Túnez, con amplia experiencia en equipos del mundo árabe.
"Lo que hacemos es hacer una sesión no muy fuerte sobre las cinco de la tarde, antes del Iftar (ruptura del ayuno), con mucho cuidado porque los jugadores están al final del día, y es peligroso hacer una cosa muy intensa", explica.
En las competiciones locales o internacionales entre países y equipos musulmanes durante ramadán, el inicio se retrasa hasta pasadas las 10.00 de la noche para que los jugadores tengan tiempo de comer y calentar en condiciones.
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Los más críticos recalcan, además, que es "una decisión gratuita" que tiene que ver más con la imagen pública que se quiere proyectar -por la presión social-, que con el respeto a un precepto religioso, ya que la ley islámica ofrece excepciones.
"El ayuno es obligatorio todo el mes, pero hay situaciones en el que comer está permitido. Si un creyente realiza un viaje que le aleje más de 90 kilómetros de su lugar de residencia, tiene derecho a comer y beber", confirma a Efe el imán de una de las principales mezquitas del norte de Túnez.
Cambio en el ciclo del sueño
Gerona añade al debate sobre la alimentación y la hidratación, el componente del cambio en el ciclo del sueño. Es habitual que los creyente estén despiertos toda la noche o se levanten en tono a las cuatro de la mañana para hacer el Sujur, la última comida antes del ayuno.
"Esto en cuanto a los entrenamientos. Luego por supuesto al tema del sueño. Se les dice a los jugadores la importancia de que no estén hasta la cuatro de la madrugada, si no que intenten descansar, intenten dormir", recalca.
"Durante el día los biorritmos cambian y sobre todo hay que ir con mucho cuidado con los partidos. Nosotros hemos cancelado partidos en Europa, que se juega a las cinco y seis de la tarde, y es peligroso porque sobre todo en la última semana de Ramadán los jugadores llegan con el componente muscular muy deteriorado", afirma el técnico catalán.
"Luego hay que hacer (trabajo especifico) progresivo porque en una semana pueden recuperar el nivel que tenían antes", agrega.
Esta es una de las claves de cara al próximo mundial, en el que por primera vez cinco selecciones de países islámicos competirán en la primera fase, además de otros con población musulmana y jugadores musulmanes como Senegal o Nigeria.
Conclusión del Ramadán
El Ramadán concluye este año en torno al 15 de junio -depende de la luna-, día en el que dos de ellos -Marruecos e Irán- competirán entre ellos en San Petersburgo sin tiempo para recuperar, al igual que Arabia Saudí y Egipto, que arrancan también en ese fecha.
Túnez, afortunado
Más suerte tiene Túnez, que al estar encuadrado en el grupo G no debuta hasta el 18 de junio frente a Inglaterra, con algunos días más de margen.
— FEPAFUT (@fepafut) 1 de junio de 2018
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