Las exigencias de mejora sobre diversos asuntos en Panamá son muchas, pero la que más ha tomado relevancia es la calidad de la educación, un tema que va ligado a todo, desde una perspectiva de aprendizaje, hasta para tener una vida profesional.
Lo anterior lo dejaron plasmado los jóvenes del país en el Pacto del Bicentenario "Cerrando Brechas", un espacio habilitado en medio de la pandemia por el Gobierno Nacional, con la finalidad de lograr acuerdos nacionales sobre los principales temas de interés para la población, a través de la participación ciudadana y lograr así establecer una hoja de ruta para el país. En dicho proceso, los más nuevos son integrantes activos, contrario al pensamiento popular de que a los jóvenes les preocupan muy poco los problemas del país.
Hasta el momento, según datos suministrados por los organizadores del pacto, el número de propuestas presentadas por jóvenes de entre 15 a 30 años, representa un 29% del total nacional, y cada uno, independientemente de su edad, reconoce las mismas brechas en los temas que afectan a toda la población.
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De hecho, la comarca Ngäbe Buglé es una de las que lidera el porcentaje de propuestas juveniles, con un 39%, seguido de la provincia de Bocas del Toro, con un 37%.
Dentro del Pacto, se encuentra el Comité Consejero de Juventud, conformado por jóvenes profesionales elegidos por su experiencia y capacidad, y que son quienes lideran los diálogos, proponen, y monitorean las ideas que plasman los ciudadanos en la plataforma.
Martín Pretelt, de 24 años, quien forma parte del Consejo y representa a la Alianza Panameña de Estudiantes de Medicina para la Cooperación Internacional (IFMSA), dice que la educación es un punto clave para poder tener una sociedad más sostenible, y si no se le presta la atención ahora, en el futuro podría convertirse en una brecha mayor.
Su interés dentro de la línea de salud y educación, es que Panamá se convierta en el primer país de “ciencia abierta”, que según explica, se trata de que la educación en medicina sea gratis y accesible; pues manifiesta que estudiar carreras de Ciencias de la Salud es costoso, ya que implica comprar muchos libros (porque la información sobre salud no se encuentra en un solo escrito), y esto hace que se dificulte más el estudio. “Es algo que afecta no solo a los estudiantes, sino también a la salud de la población”, comenta.
Por su parte, Sherryl Girón, de 27 años, directora de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, Ciencia y Cultura, y miembro del Consejo, concuerda con Pretel y menciona que la educación es uno de los temas más relevantes, y más en este tiempo de pandemia: “estamos saliendo de una coyuntura donde las escuelas están cerradas, y por más que uno quisiera pensar que se puede estudiar, eso no es una realidad para todos”.
Entre las propuestas de Girón está la iniciativa de que se incluya “debate” como parte de las materias que se dictan en las escuelas, para que los jóvenes tengan más competencia ciudadana. Además, indica que los jóvenes realmente han mostrado interés en modificar el estatus, creando una sociedad más inclusiva, y no solo de personas con discapacidad, sino de manera más general (deporte, cultura, trabajo, entre otras).
Mientras, la joven afrodescendiente Jembell Chifundo, de 29 años, también integrante del Consejo, expresa que, al monitorear las propuestas dentro de la plataforma Ágora, logró percibir el tema educación entre las más destacadas por los jóvenes, desde la falta de accesibilidad a Internet y en la creación de tecnologías más inclusivas (para personas con discapacidad).
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“Lo que abre puertas es la información que manejamos y lo que hacemos con ella, por ende, es importante tener las herramientas para poder enfrentar al mundo, y así poder abrir más puertas. Si no tenemos educación, ¿cómo podremos abrirnos paso a una oportunidad laboral?, necesitamos primero una cosa, y es la educación”, expresa la también representante de la Fundación Contra-Peso, un espacio juvenil colonense que fortalece el liderazgo e identidad.
Chifundo actualmente está en silla de ruedas, y por ello, representa a una ONG de jóvenes que trabajan por el desarrollo inclusivo y los derechos de las personas con discapacidad en Latinoamérica. Desde su espacio en el Pacto, ha compartido con el Consejo que la discapacidad sea incluida en todos sus ejes (sociedad, trabajo, economía, educación, tecnología…) y que no sea visto solo como un problema de salud.
Todos los miembros del Consejo llegaron a la conclusión de que la participación de personas jóvenes en el Pacto se ha hecho notar, y que no es como algunas personas piensan: que los jóvenes no se interesan por resolver los problemas de nuestro país. El Pacto compromete a todos a luchar por un mundo mejor, dicen, para que sea más justo, equitativo e inclusivo; y que no solo significa cumplir objetivos, sino que, lo que se haga tenga un sentimiento patriótico, pues el Pacto de Bicentenario representa 200 años de la separación de España.
Además, hacen un llamado a todos los ciudadanos a que apoyen las propuestas en Ágora, la plataforma habilitada para participar, porque cuando se inicie el proyecto de las ideas elegidas, se necesitará mano de obra para llevar a cabo cada una.
En estos momentos, Panamá enfrenta un desafío mayor en educación por motivo de la pandemia: los centros de estudios permanecen cerrados y el retorno presencial a clases es motivo de debate, lo que hace replantear el modelo de la educación en el país.