Comisión que identificó a 350 víctimas de invasión a Panamá logra más fondos
Más de 30 años después aún no se sabe con certeza en Panamá el número real de los fallecidos durante la invasión.
Unas 350 víctimas de la invasión de EE.UU. a Panamá en 1989 han sido identificadas por una comisión creada en 2016 con ese fin, dijo este miércoles su presidente, Juan Planells, que anunció que el Gobierno entregará los 180.000 dólares necesarios para que el ente continúe su labor por lo que resta de este año.
Tras semanas de incertidumbre sobre el acceso a los recursos, tanto la Cancillería, la responsable de la llamada Comisión 20 de diciembre, como la Presidencia de Panamá, aseguraron el martes la entrega de los fondos requeridos para seguir con la identificación de restos exhumados este año de un cementerio capitalino.
"El vicepresidente (José Gabriel Carrizo) llamó (...) y dijo que él iba a hacer los trámites para que desde la misma Presidencia se enviaran los fondos, son 180.000 dólares", esta es una vía más rápida que a través de la Cancillería, precisó Planells a EFE.
La Comisión ya ha negociado con la Cancillería el presupuesto que requerirá en el 2021, cuando a medidos de año culminará su mandato tras unas prórrogas, la última de 12 meses, agregó el también rector de la Universidad Santa María La Antigua (USMA).
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UN PROCESO DIFICULTOSO Y LENTOLa Comisión ha "identificado efectivamente a 350 víctimas de la invasión" de EE.UU. a Panamá en 1989 para capturar al dictador Manuel Antonio Noriega (1934-2017), dijo Planells.
"Le estoy hablando de casos en los que hemos hecho toda la investigación (...) el trabajo es lento" y complicado, pues se trata de identificar restos que han estado tres décadas enterrados con muy poca documentación disponible, explicó.
El proceso ha incluido exhumaciones realizadas entre enero y julio pasado -con una interrupción por la pandemia en curso- en el Jardín de Paz de la capital panameña, de donde se extrajeron "33 bolsas de restos no identificados" que fueron llevados a la morgue para iniciar la comparación del ADN con familiares de desaparecidos.
La Comisión además está "iniciando el mismo proceso de exhumación en otro cementerio, que es Monte Esperanza", en la provincia caribeña de Colón, agregó Planells.
Todo este proceso ha requerido de expertos extranjeros, asesoría de la Cruz Roja Internacional, apoyo de la Universidad de Washington para conseguir la desclasificación de más de 600 documentos estadounidense sobre la invasión, y mucho trabajo voluntario de la Universidad de Panamá (UP-estatal) y la USMA.
Desde que comenzó a funcionar en el 2016 la Comisión ha recibido del Gobierno "alrededor de 950.000 dólares, unos recursos que eran para dos años (...) hemos sido muy prudentes en el uso" del dinero "y dependido mucho del voluntariado", dijo Planells, que valoró que han contados con "pocos recursos" para todo lo que se ha hecho.
Más de 30 años después aún no se sabe con certeza en Panamá el número real de los fallecidos durante la invasión, en la que EE.UU. movilizó 26.000 soldados y usó armamento de última generación para desmantelar las Fuerzas de Defensa panameñas y capturar a Noriega, que, acusado de narcotráfico, se entregó el 3 de enero de 1990.
Documentos estadounidenses desclasificados a lo largo de los años y publicados por primera vez en diciembre pasado señalan 516 muertos durante la invasión, de ellos 314 militares, la gran mayoría panameños, mientras que en el país centroamericano se habla de miles de civiles fallecidos y de violaciones de derechos humanos.
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FAMILIARES DE LAS VÍCTIMAS BUSCAN PAZNelibeth Ibarguen, ahora de 43 años, perdió a su padre durante la invasión, cuando ella tenía 12 años, y desde entonces lleva junto a su familia 30 años buscando su paradero.
"El día 19 (de diciembre de 1989) en la noche mi padre salió para su turno de trabajo en Aduana. Allí falleció a causa de un disparo en la cabeza. Nosotras nos enteramos porque un primo de él que trabajaba en la Cruz Roja. Ni mi mamá ni yo nunca vimos su cuerpo ni tampoco fotos", relató Ibarguen a EFE.
En unas exhumanciones realizada en las década de 1990 en el Jardín de Paz no hallaron a su padre, por lo que el proceso realizado este año en el mismo cementerio trajo esperanza a Nelibeth y su familia.
"Yo espero que mi padre esté entre esos 33 restos óseos, pero existe la probabilidad de que pueda estar en el cementerio de Colón. Igualmente, yo tengo fe: le pido a Dios que sea así, podamos descansar y poder encontrarlo para darle la cristiana sepultura y tener esa paz de saber dónde acabaron sus restos", expresó.
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