Cuarentena total los fines de semana en la capital y Panamá Oeste
Panamá se convirtió en los últimos días en el segundo país con más casos de COVID-19 por cada 100.000 habitantes de América Latina después de Chile.
Ante el alarmante incremento de los contagios del nuevo coronavirus, el gobierno panameño ordenó el martes una cuarentena total los fines de semana y horarios escalonados de entrada a las oficinas públicas y privadas en un esfuerzo por bajar las aglomeraciones en el transporte público en la capital y otras zonas metropolitanas con los mayores brotes. Sectores médicos, sin embargo, pedían una cuarentena más amplia frente a la gravedad de la pandemia.
El ministro de Salud, Luis Francisco Sucre, anunció que el confinamiento regirá desde el próximo fin de semana en las provincias de Panamá, que incluye la capital, y la colindante Panamá Oeste con casi la mitad de los 4,5 millones de habitantes del país y donde están los mayores focos de contagios que han copado las salas regulares y de cuidados intensivos de los hospitales.
Dijo que se tomó esa medida después de analizar "cómo se están manejando las cifras en la pandemia y el mantenimiento de los ascensos de los nuevos casos positivos".
En cuanto al ingreso a los puestos de trabajo, los empleados del sector privado tendrán hasta las 8 de la mañana para entrar y salir entre las 3 o 4 de la tarde, mientras que los públicos ingresarán a las 9 y saldrán a las 5 de la tarde. El objetivo es bajar la congestión en los autobuses y las dos líneas del Metro.
La víspera se reportó el mayor número de nuevos contagios diarios hasta el momento con 1.540, lo que acercó a la nación centroamericana a los 50.000 casos y 1.000 fallecimientos. El 43% de 3.590 pruebas realizadas fueron positivas.
Este porcentaje elevado de pruebas positivas es una mala noticia porque significa que todavía tenemos un importante porcentaje de personas positivas que probablemente son asintomáticas. No las hemos detectado, no guardan las medidas de protección personal y, sin saberlo, andan esparciendo el virus en las calles, en sus trabajos y en sus casas, apuntó el doctor Jorge Prosperi, exrepresentante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Ecuador, Nicaragua y Costa Rica.
Panamá se convirtió en los últimos días en el segundo país con más casos de COVID-19 por cada 100.000 habitantes de América Latina después de Chile, según la OPS. En contraste, su tasa de letalidad ronda casi el 2,0%, una de las más bajas de la región, destacaron las autoridades.
El investigador e infectólogo panameño Xavier Sáenz-Llorens dijo que los indicadores epidemiológicos actuales revelan alta probabilidad de colapso (en hospitales) en las provincias de Panamá y Chiriquí, fronteriza con Costa Rica y que enfrenta un auge de contagios.
El gobierno admite que la situación es grave y que evaluaba el pedido de gremios médicos, incluido el de doctores internistas, de retornar a una cuarentena total por algunas semanas en Panamá y Panamá Oeste. Estas dos provincias habían regresado a un confinamiento con salidas para hacer compras necesarias el 8 de junio apenas una semana después de que se levantó la cuarentena en todo el país y se reactivó un segundo bloque de actividades que incluyó parcialmente la construcción y otras industrias, lo que empujó a más gente a las calles y al transporte público.
Expertos dicen que el repunte de los casos se generó con la reapertura de los dos primeros bloques de actividades económicas a mediados y 1 de junio y a que las autoridades probablemente no estaban preparadas con suficientes pruebas y personal para rastrear los contactos de los casos positivos en ese momento. Los contagios se dispararon entonces en los barrios más populosos y necesitados.
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Ahora las autoridades se concentran en hacer la mayor cantidad de pruebas casa por casa en esos vecindarios, aislar a los enfermos y dar con sus contactos.
Cualquier medida de mitigación debe estar acompañada de asistencia social y económica contundente a la gente de los barrios más activos; aislar en albergues, hoteles, gimnasios, estadios para evitar contagio domiciliario, testar también a contactos asintomáticos, aumentar recurso humano, habilitar más camas, recomendó Sáenz-Llorens.
Hasta el martes Panamá acumulaba 48.000 casos, 960 decesos y 24.663 pacientes recuperados. Más de 21.600 personas se encuentran en aislamiento domiciliario y más de 1.100 están hospitalizadas, de las cuales 157 se encuentran en unidades de cuidados intensivos, el doble que hace algo más de un mes.
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