Paritilla, en la provincia de Los Santos, un pueblo entero que lloró la partida de Selinda Córdoba Batista, la joven de apenas 21 años que fue brutalmente asesinada por su expareja, Oliver Cortés Rodríguez, de 25 años, en un hecho que estremeció al país.
La tragedia ocurrió el pasado domingo en el área de Pocrí de Aguadulce, donde el sujeto atacó sin piedad a la muchacha, arrebatándole la vida en circunstancias aún bajo investigación.
En su natal Paritilla, la iglesia Santa Rosa de Lima quedó pequeña ante la gran cantidad de personas que acudieron para darle el último adiós.
Las mismas calles donde años atrás Selinda jugaba y reía, hoy la lloran y la despiden entre flores, rezos y un profundo silencio.
Entre llantos y aplausos, el féretro de Selinda fue cargado a pie hasta el cementerio local, en una desgarradora escena que conmovió a todos los presentes. Familiares la recordaron como una joven callada, estudiosa y de gran corazón, criada por sus abuelos en Paritilla.
Fue una estudiante destacada, con excelentes notas, que soñaba con un mejor futuro, y que tras graduarse de sexto año se mudó para continuar sus estudios universitarios en Ingeniería en Sistemas, carrera que ya no pudo culminar.
Israel Vergara, morador del pueblo, expresó que la comunidad está consternada y profundamente molesta por este crimen.
“Se trata de una joven de una familia humilde, pero honesta, gente de trabajo, que perdió la vida a manos de este hombre en un acto que fue premeditado y bien pensado. La comunidad exige justicia”, señaló.
Mientras tanto, Oliver Cortés Rodríguez fue presentado ante el Juzgado de Garantías de Coclé, donde enfrentó cargos por femicidio agravado.
Aunque su defensa pidió una medida distinta a la detención, el juez ordenó su detención provisional, por lo que deberá cumplir el proceso en la cárcel pública de Aguadulce.
En redes sociales circulan videos grabados por el propio asesino un día antes del crimen, mientras disfrutaba de la Semana del Campesino en Tonosí, su pueblo natal.
En las imágenes se le ve sonriente, bailando y tomando bebidas alcohólicas, sin que nadie pudiera imaginar el horrendo crimen que cometería horas después.
Tras esta muerte, un pueblo exige justicia y castigo ejemplar, ya que el nombre de Selinda Córdoba Batista se suma tristemente a la lista de mujeres víctimas de la violencia, dejando un vacío imposible de llenar en su familia y en su tierra natal.