dolor y muerte EN SAN FELIPE
Los ojos hinchados tenían los damnificados del incendio del caserón La Terraza, ubicado en la calle novena y Avenida B del corregimiento de San Felipe, ocurrido la noche del domingo.
El dolor y la impotencia fueron implacables ante la incertidumbre de haberlo perdido todo y peor aún, vidas humanas.
Sentado bajo un intenso sol estaba Héctor Campos, quien no podía creer que solo salió unos minutos a comprar algo a la tienda y al regresar vio a su esposa, Evangelista Romero, y a su hija Angelina Flores paradas en el tercer piso a punto de lanzarse al vacío para salvar sus vidas del fuego. Ambas se salvaron de las llamas, pero no de la caída; Evangelista murió camino al Hospital Santo Tomás (HST), mientras que a Angelina se le diagnosticó muerte cerebral, debido a los golpes que sufrió.
Sumido en la tristeza, en otra esquina estaba el señor Abdiel Gómez, quien miraba la foto de su pequeño hijo Abram Gómez, de ocho años. Él narró que la última vez que lo vieron fue antes de escapar de las llamas, cuando el pequeño había ido a bañarse en el baño comunal del caserón.
Pero en el siniestro no todos corrieron con mala suerte. Una de las que corrió con suerte fue Angélica Araúz, quien admitió que pensó con frialdad y sus piernas se convirtieron en herramientas de salvación, pues como pudo se fue enganchando en cada baranda hasta lograr caer en un piso del edificio lateral. Afirma que no pudo pensar nada en ese momento y solo actuó, pues el calor producto del fuego bloqueó su mente.
Angélica fue quien por última vez vio a Karina Ortega, una joven de 14 años que se negaba a dejar a su madre, Doris Supo, sola en uno de los cuartos. Madre e hija se suman a las víctimas fatales del siniestro.
Esa misma suerte corrieron Baudilia Góndola y su hijo Ricardo Sosa Góndola, quienes eran unidos y se cuidaban mutuamente. Su familia solo le pide a Dios que si se los llevó, que los tenga en la gloria.
Pasadas las 3:00 p.m. de ayer, dos vehículos del Ministerio Público llegaron al lugar de la tragedia y detrás de ellos un centenar de personas corrió con la esperanza de poder ver algo que les ayudara a acabar con la angustia de pensar que entre los tres cuerpos encontrados había algún familiar. Más tarde se ubicaron los otros dos cadáveres calcinados.
Ahora solo queda esperar a que los familiares de las víctimas se hagan las pruebas de ADN para identificar cada cuerpo.