El verano inolvidable del Grupo Centinela; se metieron al Parque Nacional Altos de Campana
Uniformados de la Policía Ambiental, Rural y Turística de la Policía Nacional, quienes les acompañaron y garantizaron la seguridad en esta aventura.
Luego de un año de esfuerzos y logros para ser mejores ciudadanos, el Grupo Centinela, que reúne a personas con Síndrome de Down o alguna otra discapacidad, tuvo un grata experiencia.
Su norte siempre ha sido "Discapacidad e Integración", por lo que con ese objetivo se trazaron realizar senderismo en el Parque Nacional Altos de Campana, ubicado en el distrito de Capira.
Las experiencias fueron inolvidables para estos jóvenes y adultos, quienes también tienen derecho a fortalecer la camaradería junto a amistades, tutores o familiares.
Solo percibir el fresco del parque fue impresionante. Muchos de ellos desconocían la importancia e interés de este sitio turístico, que se puede aprovechar en familia. Y en efecto es así, en el bregar diario, obedecen a una agenda hogareña donde el tiempo escasea y la prioridad demanda.
Y así se dejaron conquistar por la magia que ofrece el primer parque nacional de la República de Panamá, ubicado a unos 70 kilómetros de la ciudad capital.
Esta experiencia se complementó con amistades claves como los uniformados de la Policía Ambiental, Rural y Turística de la Policía Nacional, quienes les acompañaron y garantizaron la seguridad en esta aventura. Fueron atentos y mostraron empatía con los integrantes de este movimiento.
En este recorrido, que dura aproximadamente 45 minutos, los miembros de Centinela lo hicieron en dos horas. No obstante, esto permitió dar seguridad a la persona, ser solidario y tolerantes entre niños y adultos.
Pero eso no fue todo. Luego de realizar senderismo, se fueron a dar un chapuzón al río. Se refrescaron a más no poder, luego de una larga caminata.
Cerca de las corrientes, caminaron sobre piedras, caliente en ese momento por los rayos del sol, pero la frescura del agua tiraba todo al olvido.
Fueron felices. Los dos policía seguían custodiándolos, tal como un águila observa a sus crías.
Llegó la hora del almuerzo y luego de reposar hubo la oportunidad para otros chapuzones. Algunos se movilizaron sin ayuda, dando fe de la seguridad y confianza con que tienen o que logran en este proceso de inclusión.
Imagínese que para complementar la experiencia pasaron al mercado donde compraron frutas para llevarle a sus padres o familiares. Bueno, llegó la hora de retornar a casa con una vivencia inolvidable... Seguro estos centinelas tendrán mucho que contar con sus compañeros de clases.