El 18 de octubre de 2019, el mayor Oriel De Gracia Barría del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) llegó al servir en Río Sereno, Chiriquí.
A las semanas de estar en esta área rural fronteriza, él recibió una nota de un grupo de estudiantes de enfermería que iban a realizar una labor social en Monte Lirio, por lo tanto, necesitaban la custodia policial en esta jornada.
También pedían apoyo para una niña de cuatro años con parálisis cerebral.
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#ElPaísDD A pesar de la pandemia y otros obstáculos, @senafrontpanama no los ha olvidado. Aquí los detalles: https://t.co/XW0L1OgMkO pic.twitter.com/06j3PUoeoR
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Al llegar al campamento se encontraron con que la pequeña Gilvia vivía en uno de los cuatro y estrechos cuartos. Junto a ella residían en ese pequeño espacio otros 25 niños al cuidado de dos adultos mayores. Es decir, sus abuelos Cilvia Ábrego y Domingo, quienes velan por ellos. Cinco de ellos no son familiares, pues fueron abandonados, luego de la zafra cafetalera.
#ElPaísDD Le han dedicado mucho cariño y amor a todos estos pequeños @senafrontpanama Aquí la historia completa: https://t.co/XW0L1OgMkO pic.twitter.com/rGIioxDX3l
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A partir de aquella gira médica empezaron a llevarle alimentos a esta gran familia. Se percibía un alto grado de desnutrición y falta de cuidados, por ejemplo, en el aseo de estos pequeños. Fue así que empezaron a buscar ayuda en la Cruz Roja y en la Dirección de Niñez y Adolescencia del Senafront. Se les visitaba con frecuencia y le llevaban alimentos, ropas y otros servicios que necesitaban. Estos niños tenían bastante granos en la cabeza y estaban llenos de parásitos.
Posteriormente se hizo enlace con la fundación McCormack, que coodinó con otras dos fundaciones el suministro de leche, ropa, juguetes, calzados, vitaminas y atención médica.
Hasta Gilvia se encontraba desnutrida; además de su parálisis cerebral.
Más tarde sumaron a una empresa que construía la carretera en Santa Clara, que les apoyó a tirarle el piso de cemento, pues el que tenían era de tierra. Cabe señalar que todos los niños dormían en el piso. La única que descansaba sobre un viejo colchón era Gilvia, debido a su condición.
De allí en adelante hasta los comercios del área pudieron apoyarle con leche, esto con la gestión de las unidades del Senafront, incluso a inicios de la pandemia de COVID-19 en el país.
Y siguieron tocando puertas y corazones. Es así como reconocen la labor de la funcionaria del Ministerio de Desarrollo Social, María Fuentes de Montenegro, quien coordinó para que la entidad incluyera a Gilvia en el programa Ángel Guardián. También se logró beneficiar a otros pequeños.
#ElPaísDD Así fue que compartieron las unidades de @senafrontpanama en Río Sereno las fiestas de fin de año con los niños del campamento Monte Lirio. Eran los invitados especiales. pic.twitter.com/O1uZtvZ8u5
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Cilvia es abuela de Gilvia. Se desconoce el paradero de la madre de esta pequeña, que tiene cuatro hermanitos más en el campamento Monte Lirio. El papá de la niña fue ubicado en Darién y lo trasladaron a Río Sereno para que se hicera responsable, pues solos abuelos cuidaban de ella.
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#ElPaísDD La Cruz Roja @CruzRojaPanama @CRPBaru67 también ha respondido a las necesidades del campamento en Monte Lirio en coordinación con @senafrontpanama Aquí la historia: https://t.co/XW0L1OgMkO pic.twitter.com/bTAiZpAhgG
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Unidades del Senafront los visitaban diariamente para que no les faltara lo básico. También conocen de ellos los bomberos de David, que en una ocasión se aliaron a la fundación Fercho para llevar alegría a estas dos docenas de niños indígenas. Tambien el Club Activo 20-30 le hicieron llegar ropa, leche y pañales desechables.
'día a día' conoció que la pequeña Gilvia no recibe terapias.