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La odisea de las primeras horas para poder visitar al Salvaje Bill en la Mega Joya

Fueron momentos de mucha adrenalina para aprobar todos los filtros y llegar al patio de visita del Sector B en la Mega Joya.

Didier Hernán Gil Gil

Primero fue una carta enviada a la redacción de este medio, luego una llamada desde el teléfono público de la Mega Joya. Así fue que William Dathan Holbert hizo contacto con este medio y se coordinó una visita al penal. Tal como lo lee. El famoso "Salvaje Bill" aprobó que se le visitara y entrevistara en el Sector B, área Extrema 2-2.

El día acordado fue el 9 de enero de 2024. Desde el día anterior, hubo la corredera para tener todo para el acceso al penal. Un suéter naranja, un pantalón negro de tela y zapatillas sin cordón. Esa fue la vestimenta. 

Para este ingreso, Joselyn Espinosa, la esposa del hoy 'hermano Bill', propuso llevarle pizza. Y en efecto así se hizo, todo embalado en vasijas transparentes no tan grandes, tal como lo establece el Sistema Penitenciario para el ingreso. 

Esta diligencia arrancó a las 4:00 a.m. partiendo desde el centro de ciudad de Panamá. A eso de las 4:45 a.m. se estaba en las afueras del penal. Poco a poco iban llegando los familiares. No era una comparsa de Carnaval, pero sí de familiares ansiosos por poder llegar a compartir, abrazar y tener noticias de su privado de libertad.

 

 

 

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En los predios hay pequeñas fondas y puestos de venta de café o té. No obstante, el sitio de paso obligado es el local de alquiler de la ropa adecuada que piden las autoridades. "Allá donde la china", te dicen. Entre un pantalón y suéter, se pueden gastar hasta cinco dólares, dependiendo del modelo disponible. 

En este punto, una chica culisa, de rulos y pantalón corto sabe administrar muy bien el negocio. En un cartel pegado a la pared le muestra  los visitantes las piezas que hay disponible y se pide hasta un depósito, de tal manera que cuando se devuelve la ropa, se ajusten las cuentas. 

 

 

 

 

Este sitio forma parte de la tienda de "unos chinitos". Pero la joven ya descrita es quien maneja esta parte del comercio. A un lado hay, un par de vestidores, donde las personas se cambian rapidito en ese estrés de poder llegar a entrar el viacrucis para poder acceder al centro penitenciario. 

Otra pieza fundamental para entrar a la cárcel es el famoso "cartón", donde los familiares colocan en letra grande el nombre de preso, número de cédula o pasaporte, el sector, el área y el número de la celda. Ese cartón tiene el valor de un dólar. Aunque muchos lo pueden hacer en casa, producto del estrés, siempre hay quienes terminan comprando este cartón. O lo recuerdan a última hora. 

 

 

 

Entérate: La nueva visión del Salvaje Bill; apuesta por programas de resocialización y menos corrupción en el sistema penitenciario

 

 

 

En las afueras, se van formando unas filas, dependiendo del área a donde vaya el visitante. Desde las 5:00 a.m. ya hay personas que van indicando quién es el primero y detrás de quién va. Esto parece ley de vida, pues se ahorran discusiones y malos entendidos a medida que se van ordenando. 

Para pasar el tiempo, se compró un café, cuyo valor es de $50. "Es su primera vez por aquí", dice la vendedora, quien afirma que por allí desfilan cientos de personas y de todos los estratos sociales. 

 

 

 

 

Ella también vende los envases cuadrados permitidos para ingresar comida y hasta los cartuchos transparentes a 0.50 centavos. Le llamó la atención que solo se llevaba una pizza, pues ella quería vender la bolsa plástica grande (cuyo costo es de $3), que usan la mayoría de familiares para el ingreso de comida hecha, arroz, granos, azúcar, cereal sin azúcar, leche en polvo, galletas, aceite, soda, entre otros productos. 

Ella ayudó a llenar el "cartón" con los datos del "Salvaje Bill" (sin saber quién era el personaje) y hasta tomó una foto para el recuerdo de esta misión. 

 

 

 

Lea también: Una llamada de auxilio desde el teléfono público de la Mega Joya; 'Salvaje Bill' pide ayuda para sus compañeros

 

 

 

Antes de las 6:00 a.m. empieza la claridad del día y las filas por número de los pabellones va cogiendo forma, unas más largas que las otras. Eso es variable, pues hay días que está de bote en bote, según comentan los familiares. 

En estos últimos minutos, antes que salga el sol, la tensión coge fuerza también. Quienes tienen carro y celular a mano, deben guardar todo, en el mismo local donde se alquila la ropa. Vale aclarar que guardar las llaves del carro y el teléfono celular, en fin, una bolsa pequeña tiene el valor de un "Martinelli" para ser guardado. 

 

 

 

 

Curiosamente, antes de que se iniciara el proceso, pasaron dos custodias repitiendo las reglas a seguir. Mientras se dirigían al público, ya les iban diciendo a las señoras, ese pantalón no, quítese los aretes y prendas, esas vasijas no pasan, entre otras observaciones. No obstante, todos se echaron a reír cuando les escucharon decir: "Señora, fíjese bien si traen panty"... En medio de las risas, explicaron que en la visita del día anterior, se detectó a una dama sin ropa interior y se le tuvo que suspender el encuentro con el privado de libertad. 

A las 6:00 a.m. en punto se acercaron dos custodios a las filas. Primero ordenaron un sector y verificaron el nombre del detenido y si tenía permiso para recibir visitas. Esta vez, no se le negó el acceso a nadie. 

Al momento de preguntarle a este medio a quién se iba a visitar, la respuesta fue a William Holbert. El custodio puso cara de asombro y mientras buscaba en el listado expresó: "Vas para donde el Salvaje Bill". Al reconfirmarle, responde que en el próximo filtro el número de Bill era el 21

 

 

A eso de las 7:00 a.m. se hizo pasar al primer grupo de familiares. La adrenalina en el área es más fuerte. Algunos familiares se dieron cuenta que las vasijas que llevaban no eran las adecuadas y se las iban a rechazar. Por lo tanto, corrieron a comprar otros envases más pequeños con la finalidad de no tener que botar el arroz con coco y guandú que llevaban a su familiar. Y ni hablar de las presas de pollo guisadas, olían sabroso, pero se corrían el riesgo de no entrar al penal.  

En las filas, nunca falta el comentario de "mira esa tipa de allá, acaba de llegar y quiere entrar de primero"; "esas chancetas tienen la suela muy gruesa"; "esa comida en esa vasija se la van a echar pa tras", en fin una serie de expresiones que más que optimistas, lanzan un estela de preocupaciones a los allí presentes. 

Llegó el momento del segundo filtro. Se pasa a una sala de espera, donde un custodio verifica el nombre y número de cédula de la persona que visita. El que aparece en ese listado impreso, inmediatamente queda en problemas. 

 

 

Posteriormente, se le hace pasar al visitante donde un par de custodias verifican una vez más el tema de la vestimenta adecuada (desde lejos te miran de arriba a abajo y chequean el tamaño de las vasijas) y que los alimentos, medicamentos y otros productos que se llevan, sean permitidos. 

Delante de este medio, hicieron a una chica correr a cambiar su pantalón pues "era cruza ríos" y a otro muchacho le dijeron que las toallas para su papá no eran las correctas, pues debían ser blancas y las que él llevaba eran celeste y gris. 

También recordaron a las damas la importancia de que la cremallera de su pantalón funcionara y que verificaran una vez más si llevaban ropa interior. 

Una vez ellas hacen las observaciones, llenan un formulario con los datos del visitante y se quedan con la cédula. Al preguntar a quién se iba a visitar y saber que era al Salvaje Bill, su comentario fue: "Mira tú como salen los familiares panameños. Eso lo tuvo que haber mandando la muchacha, la esposa de él". "Sí, mi amiga Joselyn Espinosa", se respondió y las custodias quedaron silencio mirándose una a la otra. 

 

***

Conozca en la entrega de este sábado 13 de enero de 2024, qué fue lo que expuso William Dathan Holbert a "día a día" en el patio de visitas para los internos del Sector B, 2-2 Extrema de La Mega Joya. 

 

 

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Conozca sobre "El Redimido", el libro escrito por Holbert durante su estadía en la prisión. 

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