Panamá no sufrió opresión hasta 'el último momento', según historiador
Esta semana, el autor presenta en Madrid “1821, La independencia de Panamá de España y su Época” y “¿Constitucionalistas o Independentistas?. La Independencia de Panamá de España”, en el marco del Bicentenario de la Independencia del país centroamericano, que se conmemoró el pasado 28 de noviembre.
El historiador panameño Alfredo Castillero se aleja, en sus dos nuevas obras, del tradicional discurso sobre la violencia contra las colonias americanas a manos de España como detonante del proceso independentista de Panamá, que no empezó a sentir el peso del yugo, la tiranía y la opresión "hasta el último momento".
Esta semana, el autor presenta en Madrid “1821, La independencia de Panamá de España y su Época” y “¿Constitucionalistas o Independentistas?. La Independencia de Panamá de España”, en el marco del Bicentenario de la Independencia del país centroamericano, que se conmemoró el pasado 28 de noviembre.
En una entrevista con EFE en la capital española, Castillero explica que los conceptos de “tiranía” y “opresión” forman parte del “discurso nacionalista criollo que no se encuentra en ningún documento de este periodo, sino después”, y que surge como una “necesidad de justificación de lo que había ocurrido”.
UN CONOCIMIENTO "POBRE" DEL PROCESO DE INDEPENDENCIA Para el historiador, el nivel de conocimiento sobre el proceso de independencia de Panamá respecto de España es “tan pobre” que, durante la celebración del Centenario, “el discurso oficial solo hizo vagas evocaciones a (Simón) Bolívar, a la libertad y al derramamiento de sangre que no hubo”.
Según detalla en sus obras, la situación del país centroamericano difería “en muchísimos aspectos” de la de otros países hispanoamericanos: “Todos los gobernantes que tuvo Panamá hasta 1816 eran individuos vinculados a las familias de la élite, muchos estaban casados acá y murieron en el país. Eran individuos benevolentes y complacientes”, agrega.
Su investigación desvela que el clima de crispación se hizo palpable con el retorno a España del monarca Fernando VII, tras la invasión napoleónica y la posterior Guerra de la Independencia española (1808-1814); la imposición de políticas absolutistas y la derogación de la Constitución de Cádiz (1812) que, por primera vez, contenía principios del liberalismo democrático como la “soberanía nacional” y la “separación de poderes”.
En ese sentido, Castillero apunta al Batallón Cataluña y a la figura del gobernador, comandante general y mariscal de campo, Alejandro Hore (reconocido anticonstitucionalista), como responsables de las “fricciones entre el Cabildo e incluso el pueblo, con la oficialidad y las tropas de este Batallón”.
“Como cualquier tropa, era violenta, ruda y abusiva”, precisa.
La diferencia entre colonias se manifestaba, fundamentalmente, a través de las “ventajas comerciales” de las que gozaba el país como el mantenimiento del mercado panameño abierto a las colonias, algo que facilitó cuando fue necesario, el envío de “socorros materiales” a las zonas insurrectas.
La imagen que el historiador dibuja de su país es la de una colonia cuya “fidelidad incondicional” hacia la metrópoli se mantuvo incluso cuando estallaron los primeros movimientos emancipadores, dentro de las posesiones transatlánticas españolas.
Sin embargo, también reconoce que, pese a su lealtad a la corona española, siempre existieron algunos “visos de autonomía”, como los intentos de controlar el sistema judicial o el fisco.
LA INDEPENDENCIA, UN DESENCANTO En su obra “¿Constitucionalistas o Independentistas? La Independencia de Panamá de España”, el autor define la independencia de su país como un “desencanto” y un “decepcionante y desolador fracaso”.
“Tan pronto como Panamá pasó a formar parte de Colombia, tuvo que someterse a las nuevas leyes del país y a su nueva Constitución: la de Cúcuta”, matiza.
Castillero concluye que, con la emancipación del territorio y su anexión a Colombia, los panameños se quedaron “sin su independencia, sin franquicias comerciales, amenazados por guerras ajenas, y sin poder aprovechar la ruta de tránsito. Es decir, con nada”.
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