Peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud rumbean en Panamá
Dentro de las discotecas también estaban algunas panameñas y panameños esperando su gancho de suerte y conocer o llevárselo como novio alguno.
A eso de las 9:00 de la noche, del 24 de enero, jóvenes peregrinos de varias partes del mundo, que se encuentran en Panamá para formar parte de las actividades de la Jornada Mundial de Juventud (JMJ), dejaron de serlo para festejar -como cualquier turista- en varias discotecas del área popular del Casco Antiguo.
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Sobre la plaza Catedral, vía en la que siempre transita gente, estaba inundada de peregrinos, aguardando la hora en que iniciara la diversión para entrar a la fiesta.
"Después de las 9:00 de la noche el ambiente se pone mejor", escuchamos decir a un chico que formaba parte de un grupo de peregrinos italianos, quienes comentaban que era la tercera vez desde su llegada que se iban de rumba en el Casco Antiguo.
La noche estaba en bomba. Era hora de entrar, no dio tiempo de dejar las banderas de sus países, por lo que las llevaban y las dejaban en una esquina del local o se la ponían en la espalda. Querían desesterarse, después de caminar y de participar de las actividades de la JMJ.
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El dj daba la bienvenida a los visitantes y promocionaban tragos y cervezas, esto por ser la JMJ, dijo una salonera, quien reconoció que los precios en esta área siempre están altos.
Con el pasar de los minutos, iban entrando más y más peregrinos, abriéndose paso entre la multitud. Con el humo artificial, las luces de colores, ellos estaban contentos. Todos vestían lo mismo que usaron durante todo el día, no había ropa de noche, lentejuelas, perfume o maquillaje. Shorts, suéter, zapatillas o chancletas, lo que importaba era disfrutar al máximo la aventura que promete una noche en el Casco Antiguo.
La fiesta se puso mejor cuando un grupo de brasileños sacaron sus instrumentos para tocar, creando el ambiente más divertido.
Aunque algunos peregrinos no son diestros en el baile, en la pista nadie los juzgaba, ni se metían con ellos. Ellos solo querían saltar, beber y cantar sus músicas favoritas.
La algarabía y aplausos no se hicieron esperar, cuando una panameña sugirió hacer un círculo para que cada uno demostrara que traía en el baile. Ninguno hablaba el mismo idioma, solo el universal, el de las señas y las miradas.
Los hombres, entre menores, acompañados con un adulto responsable, fueron los primeros en ser los voluntarios. La música del cantante jamaiquino Sean Paul rompió el hielo entre diferentes nacionales, quienes lo dieron el todo por el todo en la pista.
Dentro de las discotecas también estaban algunas panameñas y panameños esperando su gancho de suerte y conocer o llevárselo como novio a algún peregrino.
Durante un baile, un chico escogió entre la audiencia a una joven panameña y ella, quien le llevaba mucha ventaja en el baile a los peregrinos, robó y cautivó con sus movimientos de caderas a muchos. Todos se peleaban por bailar con la linda dama.
En otro esquina un asiático, acompañado de su hermana, dejaron el miedo atrás y entraron a la pista a seguir la fiesta,
Fotos, selfies y un dame tu número e Instagram fue el resultado de la noche, luego de una buena rumba allá en el Casco Antiguo.
A pesar de que muchos peregrinos gozaron hasta más no poder y libaron alcohol, un padre de una delegación chilena mencionó que joven es joven y tiene todo el derecho de disfrutar sanamente y sin exceder los limite.