Descalzos, mojados, enfermos, lesionados y con hambre, así llegan miles de migrantes irregulares a la provincia de Darién, lo que ha llevado a las autoridades panameñas a invertir más de 100 millones de dólares en logística y ayuda humanitaria el pasado quinquenio.
Miles de migrantes, aunque saben del peligro de la selva, arriesgan sus vidas en su largo peregrinar en busca de ese gran “sueño americano”, que es llegar a Estados Unidos.
Juana, una mujer de 45 años, relata que lo más complicado a su paso por el tapón de Darién, fue que casi pierde la vida en el río Tuqueza; se estaba ahogando y por su mente pasó que era el fin de su vida, hasta que otro migrante se lanzó al agua para rescatarla.
Juana pide a aquellos que piensan emprender el peligroso camino hacia el norte del continente, en búsqueda de una mejor condición de vida, que no lo hagan.
Rafael de 35 años de edad da gracias a Dios al arribar el pasado lunes a Lajas Blancas, después de siete días de camino junto a su familia, integrada por tres hijos, su esposa y dos perros.
El llanto transformó su rostro cuando empezó a relatar la odisea que vivieron en la espesa selva y dijo que temía perder en el camino a uno de los suyos, por lo que recomendó a los migrantes irregulares, buscar otra ruta o desistir de hacer este viaje que está rodeado de peligro.
Carmen, de 50 años de edad y oriunda de Perú, llegó a Bajo Chiquito, primer punto de recepción de migrantes que forma parte del corredor humanitario, establecido por el Gobierno de Panamá, para dar seguridad hasta que tomen los buses en Lajas Blancas y viajen hasta ciudad Nelly en Costa Rica.
Esta peruana, que dejó su país tras el asesinato de uno de sus hijos y las amenazas que tuvo en contra su familia, intenta llegar a Estados Unidos con sus tres hijos. Entre lágrimas, expresó que arriesgaron sus vidas en Darién desde el primer paso que dieron al entrar en la selva. Recomendó a otros migrantes que no intenten esta aventura llena de peligros.
El Gobierno de Panamá cerró cinco puntos de acceso. A los migrantes irregulares se les permite la entrada por Cañas Blancas, en dónde inicia el corredor humanitario, que es custodiado y patrullado por el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront), hasta que llegan al punto de registro en Bajo Chiquito.
De allí siguen su travesía en piraguas por más de cuatro horas hasta Lajas Blancas, dónde están los buses que los esperan para llevarlos a suelo costarricense.
En lo que va del año, han ingresado al país más de 216 mil migrantes irregulares por la provincia de Darién, de los cuales, 181 niños llegaron solos y fueron atendidos por el gobierno y las oeneges que están en el sitio.