Cuando de relaciones de pareja se trata hay todo un mundo por experimentar; y es que, en cuestiones del amor, no hay nada escrito sobre piedra. Durante mucho tiempo, estudiosos de estos temas han tratado de determinar cómo mantener viva la denominada llama del amor, que con el pasar del tiempo podría apagarse.
Hay diversos argumentos; entre ellos, el uso de juguetes sexuales, por ejemplo, que han sido un recurso útil para cambiar la rutina y meterle dinamismo a la relación, y que con los años han perdido ese efecto tabú.
En ese sentido, la psicóloga Issa Farides, con un máster en sexología, orientación y terapia sexual, menciona que actualmente muchas parejas tienen una actitud más exploratoria e innovadora para encender la llama de la pasión, por lo que es más común ver tanto a hombres como mujeres y parejas en los sitios donde venden estos artículos, en una actitud de camaradería.
Son un tipo de pareja más flexible a las nuevas ideas, parejas que no habían usado juguetes sexuales anteriormente, porque no les llamaba la atención o porque estaban en momentos de máxima actividad sexual (por ejemplo etapa de enamoramiento), porque no querían, o cualquier otro motivo y es que, por lo general, las parejas que manejan ideas de tipo moralista o machista, no se animan a buscar nuevas alternativas.
Mitos que existen alrededor del uso de vibrador en la pareja
En la búsqueda de esas alternativas ha tomado mucha relevancia el vibrador, ese juguete sexual que pone a temblar a los hombres y felices a las mujeres. Explica Farides que alrededor del uso de vibrador se ha tejido una serie de mitos que surgen de temores, desconocimiento, además de una cultura machista.
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Argumenta que dichos temores pueden estar relacionados con algunas circunstancias tales como: algún daño que puedan ocasionar en la vagina, ensanchamiento del orificio vaginal y posterior rechazo del compañero sexual, temor a que pueda ocasionar una infección. Esto último puede suceder debido a una mala manipulación o poca higiene.
De igual manera, algunas mujeres desconocen cómo darse placer a sí mismas o les da vergüenza hacerlo por ideas moralistas inculcadas en la infancia que las mujeres no deben hacerlo. Añade la especialista que el desconocimiento y las ideas también pueden hacer que las mujeres sientan que le están siendo infieles a sus parejas cuando deciden darse placer.
Y por supuesto, afirma que no se puede obviar la cultura machista que no permite que exista otro pene diferente al suyo. Hay hombres que pueden pensar que cuando la mujer utiliza un vibrador es porque él no es suficiente hombre para darle placer. Esto puede causar que la pareja rechace el vibrador en sus encuentros sexuales.
Más allá del juego sexual
A saber que el afrodisíaco más cumplidor no son los mariscos, sino el amor, tal como dice el cantautor Ricardo Arjona en su éxito Me Enseñaste, de nada o poco vale que cuando se trata de relaciones de pareja, exista cualquier cantidad de artículos en el mercado, si no hay ese compromiso y amor de uno con otro.
Y es que, aunque sin dudas los juguetes sexuales pueden ser buenos aliados para divertirse con la pareja y aumentar el placer sexual, porque ayudan a romper la monotonía, dice Farides, un juguete sexual no es solución para salvar una relación en la que algunos elementos fundamentales están ausentes o se están dando de forma incorrecta.
Sustenta que la comunicación afectiva, el cariño, las muestras mutuas de afecto, la comprensión, la tolerancia, la admiración, el respeto, la fidelidad, entre otros, son elementos fundamentales más allá de cualquier objeto o juguete sexual y que ayudan a mantener la sonada llama de la pasión.
Profundizando más en este tema, Carlos Herrera González, psicólogo clínico, terapeuta de parejas y psicoterapeuta sexual, aduce que San Valentín se convierte en la excusa perfecta para celebrar el amor, un amor que necesita renovarse constantemente, porque puede caer en monotonías que van destruyendo silenciosa y progresivamente la relación.
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Explica que los tres pilares que sostienen una relación de parejas y para que haya un verdadero amor, según la postura del colega estadounidense Robert Sternberg, son: intimidad, pasión y compromiso.
Intimidad: Es conocimiento del otro, de la confianza en lo que es y representa en mi vida, es la libertad de poder expresar lo que siento, pienso y deseo sin miedos, sin penas. Es cercanía y preocupación por el bienestar del otro. Reconozco mi necesidad de estar con la persona amada.
Compromiso: Es mi deseo de mantener el vínculo de manera pública y privada, sentimiento de responsabilidad sobre lo que voluntariamente forjé. Es asumir como nuestras las responsabilidades propias del hogar, cuidado de hijos, etc. Interés por superar obstáculos y adversidades propias de la relación, sin permitir que pueda fracturar el sentimiento.
Pasión: es mi deseo de establecer cercanía sexual y romántica de gran intensidad. Compenetración de la unión desde lo físico y lo emocional. Entendiendo el acto sexual como una disposición de donación y recibimiento, como un lenguaje para expresar el sentimiento que nos une, mucho más profundo que solo un deseo sexual.
Estos tres componentes, aduce Herrera González, exigen una vivencia bilateral, en la búsqueda de dar 100% al otro. Cuando nos sentimos en una relación de amor saludable estamos en una constante búsqueda de innovar y activar la creatividad para disfrutar el tiempo romántico, la conexión emocional, el perdón y la reconciliación diaria, incluso en la dinámica sexual.
Siempre vale la orientación de un profesional
Si una pareja está atravesando por una crisis o por problemas en su área sexual, lo ideal es buscar la ayuda de un psicólogo sexólogo o un psicólogo especializado en parejas, afirma Farides, quien aclara que para ser experto en sexología, primero hay que estudiar una profesión del área de la salud, pues el ser humano no se limita a su área sexual y los problemas sexuales hay que abordarlos de una forma integral, no solamente recomendando posturas, bailes eróticos y/o juguetes sexuales, pues la mayoría de las crisis en las parejas o problemas sexuales se deben a factores psicológicos o relacionales, que deben abordar con un psicólogo.
Asimismo, Carlos Herrera dice que crecer en la confianza y en la intimidad con su pareja, le abre el espacio para compartir fantasías, el uso de juegos, juguetes sexuales y lencerías eróticas. Esto genera una estimulación cerebral, lugar donde se produce la respuesta sexual logrando la experiencia del amor y el placer en la relación de pareja. Vivan, celebren y disfruten su relación de pareja ¡Feliz San Valentín!