A partir del 1 de diciembre de 2020 se reactivó el turismo en Santa Catalina y alrededores, en la provincia de Veraguas, luego de nueve meses sin operaciones.
¿Cómo se vivieron estos meses? ¿Cómo se visualizan en este engranaje de reactivación económica?
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Al respecto, Ángelo Solanilla de la Cámara de Turismo de Veraguas, planteó sus puntos de vistas.
A su criterio es muy fácil decir "vamos a cerrar las playas, porque la playas en sí no pagan impuestos". No es como los centros comerciales o los supermercados.
Sin embargo, apuntó que lo que el Estado no ve o no lo mira con ojos de turismo es que alrededor de las playasde Veraguas hay más de 70 sitios de hospedaje, de los cuales dependen cientos de personas. Es decir, los microempresarios y que no tienen la fuerza para aguantar un cierre más.
En octubre pasado, mucho de estos comerciantes habían habilitado nuevamente su planilla, reinvirtieron de lo poco que les quedaba para reabrir y dos semanas después llegaron las tres tormentas, que obligaron al Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc) a cerrar todas las playas en el ámbito nacional.
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Encima de eso hubo el cirre por repunto de casos de COVID-19 en esta zona de Veraguas. "Más de un mes en estos vaivenes, definitivamente un empresario muy pequeño como los que tenemos en la zona, que son la mayoría, no lo soportan", acotó Solanilla.
Frente a este panorama, hay que sumarle que no hay acceso a créditos, a facilidades financieras, tampoco hay ningún crédito fiscal.
Por otro lado, Solanilla manifestó que otra esfera que no ven como turismo es que aunque cierren Santa Catalina y playa Banco afectan a Santiago, porque los turoperadores también perciben ingresos de la operación económica que se realizan en estas áreas.
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Eso se traduce en pérdidas, ya queno ganan los hoteles de Santiago. Se sabe que cualquier persona que va para playa Banco, Coiba o Santa Catalina, normalmente duerme una noche en Santiago. Todo eso se trastoca con los cierres. Igual lo sufren los turoperadores, hoteles, proveedores de experiencias y restaurantes.
"Las autoridades no ven con luces largas, las luces con las que toman las decisiones son las luces muy cortas. Encima de esto, reprochamos que cuando se toman estas decisiones, en esa mesa, invitan es a políticos y gente ajea a la empresa privada, quienes no tienen la oportunidad de defenderse y opinar ante estas medidas", sostuvo Bonilla.
Si bien es cierto, nadie estaba preparado para esta pandemia, pero en materia de salud, aún hay fallas en las infraestructuras y han pasado 10 meses.
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¿Cómo es posible que en infraestructuras existentes como el Minsa-Capsi no tienen personal ni el equipo médico necesario para atender casos de COVID-19? Santa Catalina está a dos horas de Santiago y a una hora de Soná. ¿Cuántas camas había en Soná antes de la pandemia y cuántas hay ahora? La empresa privada no puede pagar el precio de una mala planificación en el sistema público de medicina, cuestionó el operador de turismo.
Esperaban abrir el 12 de octubre. Vinieron tres tormentas y el repunto de casos de COVID-19.