Su mayor satisfacción es recibir las gracias. No devengan un salario, pero el viático y la comida que reciben como recompensa a su voluntariado, es más que suficiente para quienes se unen libre y desinteresadamente al Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc) con un único objetivo: proteger a la población panameña.
El panorama antes descrito, mientras se arriesga la vida, podría resultar poco atractivo para muchos, pero para quienes no lo piensan dos veces se trata de un deber con su país. Así es el caso de Yasser Del Cid, quien fue voluntario por cinco años y ahora es el actual director de voluntarios de Sinaproc.
Del Cid recordó un momento impactante para él, durante su época como voluntario: un rescate en Parque Lefevre, donde encontraron a un adulto mayor cuadripléjico (parálisis completa) en medio de una inundación.
La casa estaba inundada y el agua me llegaba a la cintura, yo mido casi 1.80 m. Cuando logramos sacarlo y lo subimos al carro que lo llevaría al hospital, el señor nos decía que no se quería morir y que gracias a nosotros siguió viviendo. Fue una alegría y satisfacción muy grande, pues nosotros solo esperamos las gracias, contó.
Así como momentos gratificantes, Del Cid también recordó situaciones difíciles, como cuando se tiene que participar en la búsqueda de cuerpos sin vida.
Vea también: Actividades en espacios abiertos son el salvavidas del turismo en Panamá
Los familiares de la persona desaparecida siempre guardan la esperanza de que esté viva, y es doloroso y triste encontrar a la persona sin vida. Esa es la parte fea del trabajo, compartió.
Los voluntarios no tienen horario de entrada o salida fija. Son ellos quienes deciden el tiempo a trabajar, de acuerdo a su disponibilidad. Bajo ese esquema, el Sinaproc cuenta con 1800 voluntarios en todo el país. Por mes, recluta de diez a quince miembros. De hecho, se reconoce que la fortaleza del Sinaproc es precisamente su cuerpo de voluntarios, con un 70 por ciento.
El exdirector general del Sinaproc, José Donderis, dijo que los voluntarios son la columna vertebral de la institución, y que además, un país sin voluntarios humanitarios perdería toda la capacidad de respuesta ante un gran desastre. Sería una sociedad fría y deshumanizada, expresó.
El voluntariado más joven que hay del servicio a la nación, lo tiene Sinaproc, según Donderis. También resaltó que los interesados en pertenecer a la institución, son de estratos muy humildes: el 80 % son de bajos recursos y el 20 % restante pertenecen a una clase media o media alta. Por ello, Donderis considera que los voluntarios deberían recibir becas de estudios, para que tengan más oportunidades para su futuro.
Para algunos funcionarios, los voluntarios son vistos como personas de segunda o tercera categoría, y no se le da el valor que merecen, es más, pienso que el país está en deuda gigantesca, quizá de 30 años con voluntarios, indicó.
Donderis, en sus inicios, también formó parte del voluntariado, pues desde muy joven (a los 13 años) se interesó por la labor de salvar vidas, y eso se debió a un incidente trágico que sufrió su padre y que le robó la vida.
Según narró, su padre viajaba en un auto con tres amigos, uno de los acompañantes era el conductor, pero este no tenía mucha pericia y terminó chocando con un camión de caña. Los tres compañeros fueron asistidos, pero su padre no, y estuvo por más cuatro horas dentro del vehículo sin recibir ayuda alguna. Cuando una persona bondadosa quiso ayudar a su padre, no sabía de primeros auxilios, pero lo llevó a un hospital, sin embargo, ya estando en la sala de operación, muere por pérdida de fluidos sanguíneos y no por traumatismo.
Situación que molestó a Donderis, pues se enteró del hecho por sus propios medios cuando revisaba uno de los libros de su abuela (maestra) y encontró el parte policial del fallecimiento de su padre. Sintiendo frustración, porque sus familiares le habían escondido algo muy importante.
Tras la situación, fue la abuela quien llevó de la mano a Donderis a La Cruz Roja Panameña en Boquete, provincia de Chiriquí para que se convirtiera en voluntario y que de esta manera, José ayudara a los demás y que no tuvieran que pasar por el sufrimiento que él pasó (la ausencia de un padre). Después, se incorporó al Sinaproc.
Mi abuela me introdujo en este mundo, y yo ingresé con la necesidad de que nadie más sufriera, añadió.
En sus años vistiendo la camisa naranja, Donderis recuerda con satisfacción una de sus giras a Kankintú, distrito de la comarca indígena Ngäbe-Buglé, donde fueron a llevar medicamentos. Al llegar al lugar, se encontraron con un nivel grande de pobreza que impactó a todos. Cada miembro de Sinaproc llevaba maletas y artículos personales, pero retornaron solo con lo que tenían puesto. Regresamos con hambre y con frío, pero regresamos con el corazón hinchado, manifestó.
¿Cómo se preparan?
Formar parte del voluntariado del Sinaproc requiere de compromiso; hay que interesarse en la labor y principalmente ser responsable, honesto y disciplinado; después, saber nadar y estar dispuesto a ingresar a una capacitación de tres meses para ser aspirante al puesto de voluntario.
Hay puestos para voluntarios juveniles (de 15 a 17 años), donde los padres deben autorizar el ingreso del menor, y para voluntarios mayor de edad. Cada uno debe presentar un certificado de buena salud física y mental, además de no haber sido condenado por delito doloso.
Le puede interesar: Guillermo Moreno, un abogado ciego que desafió al sistema
Al culminar la etapa de aspirante, son capacitados con cursos de primeros auxilios, protección civil básico (se le habla de las normativas y del reglamento nacional de voluntarios de Sinaproc), sistema de comando de incidentes y, por último, la Ley del Buen Samaritano (protección legal para las personas que atienden emergencias), explicó Del Cid.
La última fase es el traslado a una base comunal, que en estos momentos está dividida por zonas, para que inicien labores. Actualmente Sinaproc cuenta con 31 bases comunales.
Cada voluntario tiene un coordinador que le indica la función que debe realizar, entre ellas, labores de búsqueda, producción, administración y ahora, en pandemia, apoyar empacando bolsas solidarias en Atlapa.
Según Del Cid, el voluntariado aumentó en pandemia por los trabajos suspendidos, pero luego de que fueron abriendo los bloques y las empresas empezaron a llamar a sus colaboradores, se ha ido perdiendo personal.
Actualmente, miembros del Sinaproc, están a la espera de que sea recobrado el proyecto de Ley 724, que crea la carrera de Protección Civil. Modifica y adiciona artículos a la Ley 7 de 11 de febrero de 2005, que reorganiza el Sistema Nacional de Protección Civil.