El distrito de Capira posee una comunidad cuyo nombre fue colocado en honor a un pueblo destruido por Adolph Hitler, Lídice. Este 31 de octubre se conmemorarán 69 años del cambio de nombre de esa comunidad panameña que hoy es, el corregimiento de Lídice. Con esta celebración nos remontamos a una época de la historia que muchos prefieren no recordar.
En Alemania, las tropas nazis de Adolph Hitler se encontraban vislumbrando la posible caída de un régimen que parecía eterno. Los atentados perpetrados en contra de Hitler buscaban incansablemente el final de una época de terror. Sin embargo, en Panamá, específicamente en el distrito de Capira, las cosas eran totalmente diferentes, y en aquel pueblecito en donde pastaba el ganado, propiedad de la parroquia San Isidro Labrador, el tiempo transcurría lentamente y se auguraba un futuro poco prometedor, como relatan algunos ancianos de esta comunidad.
Su nombre.
Quizá se haya oído hablar de la comunidad de Lídice, pero nunca se ha preguntado qué relación tiene este nombre con la historia universal, o simplemente de dónde provino. Cada avenida, edificio o barrio poseen un nombre otorgado, por lo general, en conmemoración de un hecho histórico o en alusión a algún personaje simbólico. Es así como tenemos en nuestro país la Avenida de los Mártires, en memoria de aquel 9 de enero de 1964, para simbolizar la lucha de generaciones.
El nombre de Lídice proviene de un pueblo de Checoslovaquia, que fue invadido violentamente por tropas nazis que cumplían las órdenes de Hitler, en junio de 1942. En el lugar murieron cientos de personas, y en memoria de las víctimas, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) acordó que en cada país existiera un pueblo, una calle o un parque con el nombre de Lídice, en memoria de aquel pueblo destruido.
Panamá acató esta medida y otorgó dicho nombre a un pueblo de Capira, que hasta la fecha mantiene en su parque central un obelisco en alusión a las víctimas de aquella tragedia acaecida en la hoy conocida como República Checa.
La inquietud de tomar el nombre de Lídice también se hizo sentir entre los moradores, iniciándose las diligencias para que el ayuntamiento de Panamá promulgara una resolución en la cual el pueblo conocido como El Potrero obtuviera el nombre recomendado por la ONU. Arturo Barsallo, Simón Martéz, Domingo González, Esteban Arosemena, todos ya fallecidos, fueron algunos de los gestores de este cambio de nombre y, posteriormente, ven cumplirse el objetivo esperado, mediante la promulgación de la Resolución 144 del 4 de septiembre de 1943.
Un 31 de octubre de 1943, se contó con la presencia de dignatarios de Checoslovaquia y pobladores del naciente corregimiento que se dieron cita para ser parte del cambio de nombre, como asegurando formar parte de una historia que hasta el momento ha sido poco documentada.
Sin oportunidades de trabajo.
Miles de historias se han entretejido en las calles lidiceñas. Cientos de profesionales que cada día viajan a la ciudad capital en busca del sustento diario, pues las ofertas de empleo en este corregimiento son muy escasas. Niños rumbo a sus escuelas con mochilas cargadas de libros, asegurándose así un buen futuro, el cual estará lejos de este escondido pueblo -desde luego- tal como lo han manifestado algunos jóvenes preocupados por su porvenir.
Sus pobladores actuales han encontrado tranquilidad y contacto con la naturaleza en este lugar, aunque su preocupación va en incremento, debido a la llegada de personas provenientes de la capital, quienes invaden terrenos y construyen improvisadas viviendas, afectando así el estilo de vida acostumbrado. No quiere decir que todo aquel que proviene de la ciudad capital traiga consigo malas costumbres, sino que existen ciertas unidades que aprovechan para adueñarse de lo ajeno y corromper a la juventud, así manifiestan algunos moradores que ven con preocupación la llegada de foráneos.
Su naturaleza y producción.
El Cerro Trinidad es la máxima altura de este corregimiento y posee un singular atractivo que hasta la fecha parece haber sido desaprovechado por los pobladores, quienes se han dedicado mayoritariamente a la agricultura y a la ganadería, desconociendo el potencial turístico que pudiera tener. Desde muy temprano, es común ver bajar desde las comunidades de Filipinas, Majara, El Chileno, entre otros pequeños pueblos cercanos al corregimiento, los vehículos que transportan la cebollina, el guandú, las naranjas y otros productos destinados, por lo general, a la comercialización en el mercado de abastos de la Chorrera.
Su himno.
( )Y del Lídice el pueblo sagrado
Que levanta su faz a la historia
Se contempla el progreso anhelado
Como emblema de paz y de gloria Fragmento Himno a Lídice (Julio Martínez)
Lídice aparece como una comunidad inexplorada, pero de gran riqueza; de un marcado valor histórico, pero poco documentado. Con necesidades como la carencia de plazas de empleo y de sitios aptos para la sana recreación; el predominio de sitios de expendio de licor, que surgen descontroladamente. Pero con todo y eso, se puede apreciar gente emprendedora, jóvenes y niños que procuran un futuro mejor. Personas del campo trabajando bajo lluvia o sol, con la finalidad de brindar seguridad alimentaria y estabilidad económica a un nivel local y nacional.