Daddy Yankee anunció en la cima de su carrera musical que abandona todo para dedicar el resto de su vida a predicar la palabra de Cristo: “A todas las personas que me siguieron, sigan a Jesucristo que él es el camino, la verdad y la vida”, dijo el artista el pasado domingo en la noche desde el Coliseo de Puerto Rico, antes de que decenas de drones en la sala del concierto iluminaran el cielo con el mensaje “Cristo te ama”.
Casi dos años antes, su colega y compatriota Farruko había hecho lo mismo. En un concierto en la arena del equipo de baloncesto Heat de Miami, el artista sorprendió a sus fans al pedir perdón por los mensajes de su música, especialmente por el mayor éxito de su carrera, su canción “Pepas”.
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“Yo me creía mi propia mentira. Porque mi canción estaba número uno, yo no sabía el mensaje que yo estaba dando, que le decía a la gente 'tómate una pastilla para que seas feliz'. ¿Y sabes qué? Yo no me siento orgulloso de eso. ¡Sabe Dios a cuántos de sus hijos les hice daño!… Y hoy me paro, como un varón, a decirles que me perdonen como ser humano”, expresó.
El General fue el primero
Pero antes, mucho antes, el cantante panameño El General, precursor del reggae en español, había hecho exactamente lo mismo, aunque no, porque Edgardo Armando Franco, nombre de pila del conocido como el Padre del movimiento de música latina urbana, tomó una decisión más radical y abandonó la vida pública para convertirse en pastor.
De hecho, aquí en Panamá es difícil saber de El General, quien predica La Palabra en Chiriquí, desde su retiro en 2007.
Tres años antes, en 2004, El General anunciaba que se retiraría de la música. Una gira de despedida por Latinoamérica que se extendió hasta 2007 fue lo último que hizo el panameño musicalmente. Ese mismo año, como lo había prometido, abandonó todo y se fue a vivir a Chiriquí, donde hasta el sol de hoy reside.
En una entrevista de 2016, que se reseña en Wikipedia, el cantante aseguró: “La gente siempre me pregunta ‘por qué abandonaste el mundo de la música?'... tenía sueños de cuando era pequeño, de lograr ser un cantante famoso. Entonces conocí la verdad pero realmente no había despedido estos sueños de mi corazón; entonces me puse a escuchar esas malas compañías que tenía antes, y ellas me halaron como un anzuelo y me trajeron a ese estudio de grabación. [...] Cuando uno está en la cima del mundo de Satanás, no hay nada lindo allí. [...] Cuando llegaba al hotel era como un vagón grande. No había aplausos; había un silencio... que atormentaba mi conciencia. Gracias a los hermanos [...], que me mostraron con la Biblia cuán lejos había ido de la senda del Dios verdadero, vi que todo lo que uno hace tiene consecuencias".
En 2007, a los 38 años, volvió a ser Edgardo Armando Franco y ha dedicado cada día a predicar como lo prometió. Hoy, a sus 54 años, es una muestra viviente de que aunque el diablo no te quiera soltar, con Dios todo lo puedes.