En la coronación de Carlos III no podían faltar las muecas (y bostezos) del pequeño príncipe Louis. El tercer hijo de los príncipes de Gales, siempre al lado de su hermana Charlotte, empezó a bostezar incluso minutos antes de entrar en la abadía de Westminster y, ya sentado en primera fila junto a sus padres Kate y Guillermo, decidió que era mucho más interesante mirar a su alrededor que estar atento a la ceremonia.
El menor de los príncipes de Gales protagonizó gracias a su espontaneidad varias imágenes en las celebraciones por el Jubileo de Platino de Isabel II. Y hoy, en la coronación de su abuelo Carlos III, en la que vistió un elegante y formal traje azul marino hecho a medida por los sastres de Savile Row Dege and Skinner, tampoco dejó de hacer muecas. Dentro de la iglesia, el pequeño Louis solía mirar a su alrededor y fijarse en el techo de la imponente abadía más que seguir la ceremonia.
El príncipe Louis, de tan solo cinco años, no pudo desempeñar un papel activo como su hermano George en la coronación de su abuelo. Era demasiado arriesgado confiar a un niño tan pequeño un papel protagonista dentro de una ceremonia tan solemne.