'Érase una vez en Panamá', una película que te hará cuestionar la realidad del país
El filme del panameño Elmis Castillo es una crítica social, con toques de humor, con la que no sabrás si reír o llorar.
Falta menos de un mes para disfrutar en las salas de los cines panameños el nuevo filme de Elmis Castillo, “Érase una vez en Panamá”, un filme que podría hacer despertar el pensamiento crítico del panameño.
Más allá de entretener y hacerte pasar un buen rato, el nuevo proyecto de Castillo también busca exponer situaciones que atraviesa el país y cuestionar el sistema con el que vivimos.
“Esta película va contra un sistema, no contra un político directo, es contra un sistema que tiene años siendo complicado. El sistema de salud no es ‘ahorita’ que está complicado, el sistema de seguridad no es ‘ahorita’ que está complicado. La pregunta es: ‘¿estamos dispuestos a seguir así o haremos algo para cambiarlo?’”, comenta.
“Érase una vez en Panamá”, que se estrenará el 21 de marzo, se desarrolla en dos tiempos, en los que se cuenta hechos ocurridos en la década de los 80 y acontecimientos actuales, como el caso de la niña en Alanje, Chiriquí, así como la desaparición del fentanilo en la Caja de Seguro Social (CSS), entre otros.
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Castillo cuenta que esta película es todo un orgullo para él, porque pese a que es un filme con poco presupuesto es muy ambiciosa.
“Tal vez sea una de las películas con menor presupuesto, pero es una película ambiciosa. Como pudieron ver en el tráiler tiene muchas locaciones, es una historia que se cuenta en dos partes, vamos al pasado, estamos en el presente y esa era la ambición de la película: poder contar lo que ocurre ‘ahorita’, pero también lo que vivimos, y que siento yo que se repite”, expresa.
Agrega: “…lo que se repite con el tiempo, no, como coaccionan la libertad de expresión en los medios de comunicación, si estamos en una dictadura o no, o cómo es una dictadura diferente, que se pinta como bonita, pero hoy en día nos toman en cuenta la democracia para tomar decisiones estéticas, como por ejemplo el nombre de una calle, pero para tomar decisiones complicadas, como firmar un contrato minero, eso lo hacen a puertas cerradas en dos días. Entonces ahí es donde yo veo que nos parecemos bastante al 1989 o al 1988, esa época en donde estábamos en dictadura”.
Castillo también agradeció a las personas que se sumaron al “crew” de producción y aceptaron trabajar con poco presupuesto. “La gente se unió, me ayudaron mucho con el presupuesto, porque tenía lo que tenía, que eran mis ahorros, negocios que he vendido. Teníamos un tema en común. Cuando les leí la película conectaron con el tema”.