Fallece uno de los grandes tesoros de Erika Ender, su abuelita
"La vida no me dejó ir a despedirte, así que me guardo nuestro último abrazo...", escribió Erika de su abuela.
La compositora panameña, Erika Ender, pasa por uno de los momentos más triste de una persona, la pérdida de un ser querido.
En medio de la nostalgia, la cantautora panameña publicó ayer, 23 de abril, en su cuenta de Instagram, emotivas palabras por el fallecimiento de su querida abuela. Hoy que te vas de este plano, no me queda más que agradecerte. Por tu tiempo y tu espacio, por tu amor y tu trato. Por las risas y el llanto, que, hoy solo me nubla los ojos por lo tanto que dejas en nuestros corazones.
Ejemplo, cómplice, divertida, ocurrente, amable y generosa fueron algunas de las cualidades que Ender describió de su abuelita, de quien heredó el gusto por la moda y la disciplina.
Aunque Erika no pudo estar cercade ella en en sus últimas horas, siempre recordará los mejores momentos que vivieron juntas, en especial el último abrazo que se dieron.
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Emotivas palabras de Erika
ELLA FUE EL VIVO EJEMPLO de que la edad es un número. De ella aprendí a burlar la edad y a decirla con orgullo; y a que un espíritu joven y una sonrisa, nos hace inolvidables en las vidas que tocamos.
Siempre coqueta, perfectamente arreglada y olorosa. Con ella aprendí a maquillarme y a estar al día con las tendencias de la moda, pero sabiendo que siempre, lo que importaba era el estilo propio. .
Siempre alcahueta. La que me patrocinaba travesuras sanas y nos llevaba a comer nuestros antojos o nos preparaba con maestría de chef, cualquiera de nuestros platillos favoritos. La que siempre estaba tan lista para cantar, bailar o llevarnos a comer helado; como también para estirar sus manos y ayudar al más necesitado.
Generosa en extremo. La hospitalidad hecha ser humano. Divertida y ocurrente. Amable y complaciente. Fue reina de su club y de su hogar. Mujer valiente e independiente, que jamás dejó que pisaran su dignidad y que, con los reveses de la vida, se volvió más fuerte.
Siempre con un ejército de amistades, sobrepasó generaciones y con su naturaleza sociable, fue dejando huellas de cariño y de detalles.
Me enseñó a manejar y, en muchas cosas, a manejarme. Heredé su auto y sus ganas de renovarme. Para ella todo siempre era nuevo y con su disciplina y espíritu vanguardista, todo era posible y nunca era muy tarde.
Hoy que te vas de este plano, no me queda más que agradecerte. Por tu tiempo y tu espacio, por tu amor y tu trato. Por las risas y el llanto, que, hoy solo me nubla los ojos por lo tanto que dejas en nuestros corazones. .
La vida no me dejó ir a despedirte, así que me guardo nuestro último abrazo y la promesa de que, lo mejor de ti, viva siempre conmigo, a cada paso.
Buen viaje abuelita. Ya volveremos a vernos del otro lado.
Tu nieta Erika.
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