Gloria Gaynor habla sobre el día que Dios le dijo: 'Ya basta'
Sus rendiciones de Never Can Say Goodbye, I Will Survive o I Am What I Am son suficientes credenciales para que se ganara con honores el título de disco diva, del que sigue presumiendo décadas después.
Infatigable, Gloria Gaynor pertenece a esa raza genuina, y exclusiva, de divas que llevan décadas desafiando las modas y el edadismo que tanto daño puede hacer a muchas artistas femeninas populares.
El 7 de septiembre cumplirá 80 años y podrá afirmar con orgullo que "80 años no es nada". Sigue recorriéndose el mundo, compartiendo un repertorio de lo más celebrado, junto a Bonnie Tyler.
"Es maravilloso continuar actuando y saber que mis canciones se siguen bailando y celebrando; no hay mejor sensación que la de ver que traes alegría a otras personas", afirma. "Me quedo sin palabras cuando pienso en ese Dios que nos regala un talento para mejorar las vidas de los demás, me hace sentir bendecida a diario. Y mi público es el que me da la energía para seguir. Como adoro España y a su gente, no puedo estar más feliz de regresar".
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Gloria Gaynor es sinónimo de música disco, y es que cuenta en su haber con algunos de los mayores clásicos que dio este estilo que dejó una huella indeleble en la cultura pop de finales de los 70 y primeros 80 -y que también contó con rabiosos detractores-.
"Quienes criticaban este estilo eran pocos, pero muy ruidosos", dice con sorna y entre risas. "La música disco siempre ha servido de instrumento de unión de la gente y le ha ayudado a liberarse del estrés diario, no veo qué se le podría criticar. Yo no he vuelto a ver otro estilo capaz de hacer disfrutar por igual a personas de cualquier raza, nacionalidad, sexualidad o edad. ¿No es acaso nuestro objetivo final? ¿Compartir lo que tenemos? Para mí, la vida se trata de eso".
Convertirse al cristianismo marcó un antes y un después en la vida de la cantante, que sufrió una revelación en el que considera el momento más oscuro de su vida, en que la fama desembocó en un período de excesos y las que recuerda como "malas compañías", en que se vio rodeada de los clichés asociados a la vida de la estrella del rock, en que el alcohol y las drogas abundan.
"Dios me hizo ver que si en esos momentos me dejó hacer lo que hice fue para que me diera cuenta de que necesitaba fortalecerme para así poder ayudar a otros más adelante", explica. Y se muestra rotunda al recordarse en aquel período: "era simplemente estúpida". Y se echa a reír. "Llegó un día en que temí por mi vida, y entonces apareció Dios y me dijo: 'Ya basta'. Entonces me di cuenta de que había elegido el camino incorrecto que me había llevado a un precipicio, y fui consciente de que nadie es invencible". No caba duda de que la letra de su mayor éxito no puede representarla más. "Soy una superviviente que supo prosperar", así se define.
En el camino ha visto desaparecer a leyendas como Whitney Houston, Prince, Tina Turner o Michael Jackson, y asegura que es cada pérdida de ese calibre le ha apenado muchísimo.
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"Es muy triste que los fans de esos artistas ya solo se puedan aferrar a la música que dejaron como legado. Por eso me esfuerzo en seguir ofreciendo a mis seguidores todo lo que tengo; sé lo importante que es para ellos, y lo que les empodera verme aún en activo". Muchos, como bien es sabido, pertenecen a la comunidad LGTBIQ+, que adoptó como himno I Will Survive prácticamente desde su lanzamiento. Esos fans para ella son muy especiales: "son parte de mi familia".