Hace exactamente 17 años (y dos días), una chiquilla de 16 años llamada Taylor Allison Swift lanzaba al mundo su primer disco.
Taylor Swift llevaba su nombre en el título y su firma en sus 11 canciones. Mezcla de country y pop adolescente, se convirtió rápidamente en un éxito de ventas, público y críticas. Vendió 40.000 copias en una semana, dos después entraba directamente al puesto 19 de la lista de los 200 mejores álbumes de Billboard, fue siete veces disco de platino y estuvo nominado a Mejor álbum por la Academia de Música Country.
Mucho ha llovido desde entonces para aquella chica que ahora es una superestrella mundial con 10 discos y está inmersa la gira más exitosa del mundo (reconvertida en película) y de éxito global. Pero sobre todo han llovido millones y millones de dólares. Tantos que la han hecho convertirse en una de las pocas cantantes del mundo en alcanzar el estatus de milmillonaria.
Así lo ha certificado la prestigiosa publicación económica Bloomberg, que le ha dedicado un amplio y profundamente documentado reportaje a la cantante en el que calculan, según sus cálculos más conservadores, que Swift ya tiene un patrimonio superior a los 1.000 millones de dólares (946,7 millones de euros). Afirman que su gran gira The Eras Tour, con la que ha realizado medio centenar de conciertos en EE UU y México y que hasta noviembre de 2024 la llevará por medio mundo con casi 100 más, ha sido el revulsivo fundamental para ese impulso a sus finanzas, según El País.
La publicación estima esas ganancias partiendo únicamente de datos económicos que puedan ser confirmados; es decir, es muy probable que haya más ganancias en inversiones que no hayan logrado rastrear, o en empresas que se desconozcan, así como en objetos de valor como ropa (en su gira lleva vestidos que superan los 20.000 dólares), joyas o vehículos. Para el cálculo han sumado varios componentes: el valor de su catálogo, es decir, de la música que ha relanzado desde 2019 —cuando empezó a pertenecerle la música que lanzaba, y cuando comenzó a regrabar sus primeros discos, que perdió a manos de su primer manager—, estimado en unos 400 millones de dólares; junto a sus conciertos (entradas y merchandising, 370 millones); sumado a sus reproducciones en streaming en YouTube y Spotify (120 millones); a sus cinco casas (unos 110 millones); y a los derechos de autor de la venta de su música (80 millones). Eso ya suma 1.080 millones de dólares.
Y a Swift todavía le quedan casi dos tercios de su gira por llevar adelante, lo que implica más ingresos. Aunque ya tiene en su poder el dinero de la venta de las entradas (todas vendidas desde hace meses), aun queda el merchandising, a precios no precisamente populares, con camisetas de algodón a 45 dólares y sudaderas a 75. Eso sí, no protagoniza campañas de moda o belleza ni es imagen de ninguna marca. Solo le interesa ganar dinero con sus canciones y sus conciertos. Y puede hacer crecer el tour,expandiendo sus fechas, como ha hecho en media docena de ocasiones. En el primer día en el que se pusieron a la venta sus entradas, entonces solo para Estados Unidos, vendió 2,4 millones de billetes, batiendo un récord que sostenía Robbie Williams desde 2005, según Variety. El tour, calcula Bloomberg, ya ha vendido más de 700 millones de dólares en tickets, pero Swift, tras pagar los impuestos correspondientes, su puesta en escena y a su equipo (a los que ha dado más de 50 millones de dólares en bonus), se quedaría con algo más de la mitad. A ello hay que sumarle los 164 millones de dólares que, en dos semanas (124 en la primera), ha recaudado su concierto llevado a los cines. Este, además, no cuenta con productoras ni plataformas detrás, solo con las salas como distribuidoras, por lo que sus ingresos son casi limpios para la artista.
De sus discos, 1989 es el más vendido y precisamente esta madrugada, a las doce de la noche del día 27, ha lanzado su versión regrabada y propia de 1989, con cinco canciones nuevas, un puñado de formatos (cds coleccionables, vinilos, casetes...) y mucho más merchandising para vender. Lo hace tras el momento de hype de la gira. En pandemia, en 2020, Swift aprovechó y lanzó dos discos, cuando el consumo musical desde casa estaba en un momento álgido. Llegó un tercero en 2022. Y ahora, cuando tras la reclusión global todo el mundo está decidido a gastar en grandes experiencias, ella ha sabido capitalizar su música con una espectacular gira que agrupa toda su trayectoria, con 10 cambios de escenografía y tres horas largas de duración en los que el precio medio de la entrada ronda los 250 dólares, que compra un público multigeneracional formado sobre todo por mujeres, por quienes la escuchan ahora pero también por las niñas que la escuchaban hace 15 años y las hijas de estas.
El valor del catálogo de la cantante de Pensilvania en el año 2019 era de 400 millones de dólares, y hasta ahora solo estaría superado por el de Bruce Springsteen, que vendió hace casi dos años por 550 millones, entonces 442 millones de euros. Pero según Bloomberg puede llegar a los 1.000 millones, porque hay que sumarle royalties, sus nuevos discos desde entonces (cuatro: Lover, Folklore, Evermore y Midnights), el lanzamiento ahora de 1989 y los dos discos que le quedan por regrabar (Taylor Swift y Reputation). Warner compró el de David Bowie por 250 millones, y Justin Bieber ha vendido el suyo este año por 200. Lejos de las cifras de la artista.