¡Lluvia de bendición! No llovió café, pasaron el Niágara en bicicleta, pero Juan Luis hizo la noche inolvidable
A pesar de la fuerte tormenta que se registró en la ciudad, los panameños se dieron cita para mover el esqueleto al son de la bachata, el merengue y la salsa. ¡Fue un gran espectáculo de la mano de la orquesta 4:40!
¡Jo, Juan Luis Guerra se jaló tremendo "show"! Y es que no es para menos. En casi todo el concierto sentíamos que estábamos poniéndole "play" al Spotify con sus temas, porque es que este señor - a pesar de que han pasado los años- canta igualito que en sus grabaciones. ¡Eso es un artista!
Y ni hablar de su agrupación 4:40, que entre movimientos, voz e instrumentos musicales dieron la talla y hasta se despidieron del público como debe ser. ¡Quedamos creyendo en sus dones!
Y es que todos querían ver y escuchar al maestro Juan Luis Guerra, así que se dieron cita desde temprano al Estadio Rommel Fernández; ni la lluvia los detuvo. Muchos dudaron en ir, porque el "palo de agua" que estaba cayendo no era normal, pero poco después salieron a cumplir con su compromiso, porque es que este sería un espectáculo histórico en los "shows" que se han hecho en Panamá.
Los capotes, de colores o neutral, el transparente, se convirtieron en moda. Ya no importaba si habían ido con sus mejores "tallas"; todo se derrumbó, hasta los "blowers", las tenazas, el maquillaje y eso... ¡todo el mundo andaba "cogío" en agua!
Es más, los vendedores ya no tenían capotes y optaron por vender cartuchos negros para basura ¿y qué creen?, esos mismos los compraban a dólar y se los ponían como capotes. ¡Solo es cuestión de imaginación!
El "show" arrancó pasadas las 9:00 p.m. con todo y llovizna, pues ya había cesado el agua, aún así el público que estaba en el área de las sillas con mesas se entalló su capote y "pa' la pista a gozar". Así mismo se presentó un ballet folclórico y después Alejandro Lagrotta, quien fue el encargado de calentar la noche con sus autorías llenas de amor.
A eso de las 10:40 p.m. se apagaron las luces y salió en escena el plato fuerte de la noche: Juan Luis Guerra y su 4:40, al son de un buen popurrí de sus conocidos éxitos.
Seguía chispeando, pero ya no importaba a las mujeres cubrirse lo que quedaba del "blower", la espera valió la pena porque este señor salió a escena con una voz increíble, nítida, pulcra, magistral.
La noche prometía, cada vez se ponía mejor la cosa. "La llave de mi corazón", "Todo tiene su hora", "Tú", "Burbujas de amor", "Me enamoro de ella", "Tus besos", "Como abeja al panal", "La bilirrubina", entre otras composiciones muy conocidas retumbaron en el Rommel. ¡Y por supuesto que el público agarró su mini pista con su pareja!
Guerra interactuó poco con el público, porque lo que tiró fue música, pero dentro de lo poco que dijo fue que sabía que había llovido y que había sido una lluvia de bendición.
Además destacó que había escrito una canción muy especial para su Señor y Salvador: Jesús. Aquí fue donde cantó "Para ti no hay nada imposible" y el público alzaba sus manos y señalaba el cielo, fue hermoso.
En esa misma línea cristiana, porque recuerden que Juan Luis ha profesado su adoración a Dios, también cantó Las Avispas y la gente no paraba de bailar.
A eso de las 12:02 de la madrugada de este viernes ya cerraba su "show", pero la gente le pedía otra. Fue entonces cuando salió a cantar más canciones: "Bachata rosa", "Buscando Visa", "El Niágara en bicicleta", este último tema recordó mucho la situación por la que pasamos en cuanto al alto costo de la vida.
Tiró besos y abrazó a un gran público que sabe que lo esperó contra viento, lluvia, truenos y relámpagos. ¡La espera valió la pena, todos llegaron como abeja al panal!