Panamá en los Latin Grammy al ritmo de los tambores de Afrodisíaco
Afrodisíaco ganó notoriedad al imponerse en la competencia folclórica del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar en 2016.
Cuatro años después de surgir como un experimento para rescatar el ritmo de los tambores afro-panameños y resaltar las raíces folclóricas del país centroamericano, el grupo Afrodisíaco logra llamar la atención internacional con una propuesta nominada al Latin Grammy.
Su tema Viene de Panamá y un álbum del mismo nombre han sido punta de lanza para que este colectivo de ocho integrantes haya dado de qué hablar y se haya convertido en una especie de embajador cultural panameño cuya consiga es Sin raíz, no hay país.
Afrodisíaco ganó notoriedad al imponerse en la competencia folclórica del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar en 2016, y este año se convirtió en la primera agrupación panameña nominada al Grammy Latino en la categoría de mejor álbum folclórico.
Panamá, acostumbrada a festejar los numerosos logros de su máximo astro de la salsa, Rubén Blades, ahora puede celebrar otro reconocimiento a sus raíces musicales de la mano de esta joven banda, que está convencida de que los tambores pueden transmitir un mensaje cultural poderoso y de libertad.
Todos los golpes de tambor que están presentes en la música del nuevo mundo, ya sea la cumbia, el rock, el jazz, el soul, la marinera, el tango, el merengue, todos tienen históricamente que ver con la liberación de la esclavitud, dijo la cantante Miroslava Herrera, una de las dos vocalistas del grupo.
Entonces, es cómo la música que disfrutamos hoy nació como una resistencia a este crimen contra la humanidad, cómo se transforma ese crimen en un bien, en una redención.
El proyecto surgió de una idea que Herrera compartió con su amiga de la infancia Tatiana Ríos, la otra vocalista del Afrodisíaco.
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Quería buscar una música más cercana a lo que somos esencialmente en Panamá, destacó Herrera en una entrevista reciente con The Associated Press, acompañada por el director musical oriundo de Colombia Eduardo Charry, el bajista Hever Montero y el guitarrista Gustavo Salamín.
Encontrar cuál es el mensaje de esos tambores para el día de hoy, remarcó Herrera, quien al igual que los otros integrantes suele vestir atuendos y adornos afros, indígenas y folclóricos, porque la propuesta también es escénica.
El ritmo de los tambores en referencia son el congo, el bullerengue y el norte, correspondientes a tres regiones distintas del país, a cuyos sonidos se suman los de otros instrumentos de cuerda originarios como la mejoranera, que es parecida a la guitarra pero más pequeña, el violín e instrumentos modernos como el bajo, la guitarra eléctrica y la batería.
Herrera y Ríos se dieron a la tarea de escribir la primera canción, Viene de Panamá, para la cual utilizaron textos del dramaturgo español Lope de Vega, que pinta un retrato de quiénes somos, y del bardo panameño Demetrio Korsi, que habla del país como puerta, puente y puerto, a lo que añadimos cuento, agrega la cantante.
El tema se llevó la Gaviota de Plata en el Festival de Viña en 2016, un año después de que el primer envío de la canción no llegara a la competencia por contratiempos aduaneros.
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Tras su éxito en Chile, Afrodisíaco se embarcó en la grabación de su primer álbum de estudio, Viene de Panamá (sin raíz no hay país), que presentó en octubre del 2017. El disco de 10 temas, incluyendo la galardonada pieza homónima, hace un recorrido por los ritmos de los tambores afro y folclóricos, que fusiona con salsa, rock, kompa y reggaetón.
Se le metió muchos detalles, cariño a todo a las letras, a cada arreglo musical, señaló Ríos. El reto era crear un sonido característico de la banda, tratando de que los instrumentos modernos no se coman al tambor.
En los Latin Grammy, Afrodisíaco competirá con autores más conocidos como la folclorista peruana Eva Ayllón (nominada por Clavo y canela), la mexicana Natalia Lafourcade (Musas (un homenaje al folclore latinoamericano en manos de Los Macorinos), Vol. 2), las colombianas Marta Gómez (La alegría y el canto) y María Mulata (Idas y vueltas) y el grupo rumbero boricua Yubá-Iré (¡Baila conmigo!).
Así como el vallenato (colombiano) ahora es patrimonio inmaterial de la humanidad, lo mismo nuestros tambores tienen algo que decir en la escena mundial, estimó Herrera. Queremos que sea algo más que música; queremos que sea un mensaje de comunidad, de diversidad y osadía.
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