Anoche se publicó en redes sociales la foto oficial de la señorita Panamá, Rosa Iveth Montezuma, con el vestido de fantasía que lucirá en Miss Universo que se desarrollará en Tailandia.
Zaratí, el renacer de dos leyendas, es el nombre que tiene este disfraz diseñado y confeccionado por Abdul Juliao.
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"Rainstong", corona de oro y muchas plumas
Este vestido está trabajado en una base de malla color piel, contiene más de 3,500 chorros de canutillos dorados con pequeños cristales tornasol y láminas de acetatos plateados, a juego con una pechera, mancuernas y tobilleras.
Todos los complementos de este disfraz están trabajados en una cuerina color ocre y dorado corrugado llamada cabritilla.
Se utilizaron metros de "rainstong" tornasol en base dorada, al igual que más de 100 yardas de trencillas y cordoncillos, un sin fin de piedras acrílicas y de vidrio tornasol, todo en una gama en tonos dorados y ocres.
El aparejo consta de plumas de gallo, pato, ave real y faisán en tonos turquesa con puntales de gallo en tonos verde limón y amarillo.
El tocado y aparejo están inspirados en el símbolo del águila en la huaca precolombina toponimia en Panamá.
En el tocado se encuentra una corona de plata bañaba en oro de 18K diseñada por Abdul Juliao Esturain. Obra de arte trabajada totalmente a mano.
El vestido tiene un valor de 5 mil dólares, y viajará a Tailandia en dos maletas.
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"Zaratí, el renacer de dos leyendas"
Antes de la conquista de América por los españoles existían pueblos originarios liderados por fuertes hombres llamados Caciques, y a su vez por hermosas doncellas, hijas de estos valientes guerreros, quienes las protegían como cuidaban sus tierras y la naturaleza que los rodeaba.
En las tierras que hoy pertenecen a la provincia de Coclé, vivió Nomé, uno de los caciques más importantes de las tierras coclesanas y padre de una mujer de imponente belleza e inteligencia. Con una pureza tan trasparente como las cascadas de los ríos que bañaban las tierras de su padre.
Zara era el nombre de aquella mujer que por ser hija del cacique era nombrada princesa. Título que la hacía poseedora de un harén de bellas damas y, además, era pretendida por apuestos caballeros hijos de otros caciques.
Pero, el corazón de Zara pertenecía a Chigoré un valiente indígena, cuya fuerza era envidiada en las tierras vecinas. Como líder de su gente poseía ciertos dones entre ellos la fuerza y la nobleza de su alma, dones que enamoraron a Zara.
Cuenta la leyenda que todas las tardes con el ocaso del sol, el sonido del viento y el cántico de las aves, Zara y Chigore se embarcaban en una balsa para vivir su idilio de amor, rodeados de la naturaleza como su único testigos de amor.
Una tarde la doncella Zara regresaba a la comarca, después de haberse encontrado con su amado, y vio que una parvada de seres blancos con piel de metal y garras de hierro montados en caballos, incendiaba las chozas de su gente y ultrajaban a sus damiselas, esparciendo dolor y muerte por todos lados.
Zara, como hija de un cacique fue a defender a su gente de los pieles de metal, pero en medio de su ira recordó la promesa de amor que le hizo a su amado Chigore; aturdida por el miedo Zara corrió hacia la parte más alta de las montañas donde nacía el río, ya en la cima envuelta en el dorado oro de los rayos del sol y cubierta por las lágrimas de su gente se lanzó al vacío, convirtiendo sus cabellos en las cascadas y sus lágrimas en las aguas del Río Zaratí, que en lengua indígena significa El Río de Zara.