La imagen pasó desapercibida el martes 6 de septiembre. Ella estaba sonriente, pero su cuerpo delataba su estado de salud.
Era el día en el que la nueva primera ministra Liz Truss se reunía en el castillo de Balmoral con la Reina Isabel para recibir el encargo formal de gobernar el país en un acto protocolario conocido como el 'besamanos'. Tras el encuentro, el palacio de Buckingham difundió una fotografía que se convertiría en la última imagen de la monarca. Se la vio sonriente, con el aspecto propio de una mujer de 96 años. Pero hasta su muerte nadie reparó en el aspecto azulado o ennegrecido de su mano derecha, la misma que brindó a modo de saludo a Truss.
Ahora esa mano oscurecida se ha convertido en el origen de un sinfín de especulaciones que intentan explicar su repentino fallecimiento. La realidad es mucho más sencilla. Ni era el aviso de una enfermedad circulatoria grave ni un síntoma que pudiera predecir que la Reina fuera a morir en breve. O, al menos, no se puede decir con mirar solo una fotografía.
Hematoma espontáneo
La causa del fallecimiento no ha trascendido, aunque el fin de la vida en una persona de su edad no es un hecho extraordinario, indica el cardiólogo Francisco Javier Parra, jefe de Servicio de Cardiología Clínica del CIEC HM Hospitales. El cardiólogo recuerda una frase de su padre: «A los 50 te mueres y a los 90, te toca irte». Parra prefiere evitar especulaciones en torno a su muerte y su mano. La explicación de ese color amoratado, casi negro, podría ser tan sencillo como la aparición de un hematoma espontáneo por un golpe sin importancia o quizá la secuela del pinchazo de un análisis de sangre tras un control rutinario o por apoyarse en el bastón.
Con la edad, la piel se vuelve más fina y las venas más frágiles y delicadas. Los capilares también pueden romperse de forma espontánea y dejar ese aspecto azulado. «Es llamativo, pero inespecífico y superficial. Yo veo cada día en mi consulta a pacientes con edades similares a la de Isabel II y con esos moratones en sus manos», asegura el cardiólogo.
Uso de anticoagulantes
A la fragilidad capilar y de la piel, se suele sumar el uso de tratamientos anticoagulantes (aspirina, sintrom...) para hacer menos espesa la sangre. Las personas de edad avanzada con cardiopatías suelen tomar estos fármacos para prevenir un ictus o un infarto . Estos medicamentos también favorecen la aparición de hematomas, como el que tenía la Reina Isabel II dos días antes de su muerte.