Cuando Gladys De La Lastra estaba en todo su apogeo, yo era una chiquilla. De eso hace poco tiempo... apenas unos 40 años. Desde ese entonces era un placer para mí escuchar Romance salinero, La Angostura, Tengo, entre muchísimas otras. Su repertorio de tamboreras era muy extenso. Cada 3 de noviembre las bandas de música de los colegios coclesanos entonaban esos acordes exquisitos de La Angostura y todos los estudiantes marchaban al compás de la famosa tamborera. "Cuando llegues a Penonomé, debes ir a La Angostura", era el estribillo que todo penonomeño cantaba y sigue cantando. "Serpiente de plata que atraviesa el río, eres Angostura el encanto mío, leyenda y recuerdo de un dulce amorío, de épocas lejanas que hoy han florecido", era el coro que cantábamos a todo pulmón, con esa alegría inocente y fresca que su música irradiaba.
Me atrevo a asegurar que no ha pasado una sola generación de la banda del colegio Angel María Herrera, de Penonomé, que no haya interpretado esta pieza de tan insigne compositora, que amó esa tierra como a nadie. Pasaron los años y un buen día se me ocurrió buscarla para entrevistarla, por allá a mediados de los 90. Ya casi no veía, pero se las ingeniaba para escribir sus tamboreras en letra muy grande, tal como me lo demostró aquel día en su pequeño apartamento del edificio Panamá, en Calidonia. Desde entonces se hizo asidua visitante mía en la empresa periodística, no obstante, ya tenía muy deteriorada la salud. Fue así como me tocó estar con ella en el hospital un día antes de fallecer. Recuerdo que Esther Atencio, de la Unión Nacional de Artistas de Panamá, me llamó y dio la triste noticia. Al mismo tiempo me mostró su inseparable guitarra, sus medallas, con las que fue distinguida por los Gobiernos, y unas fotos de su juventud. Yo le tomé fotos y las guardo celosamente como recuerdo de una gran mujer que muchos años antes de que se firmaran los Tratados Torrijos-Carter había escrito una tamborera premonitoria que decía: "Como panameños todos debemos hoy saludar, la gloriosa fecha que conseguimos enarbolar, la preciosa y bella bandera istmeña en nuestro Canal, para tributarle fidelidad y también lealtad". Penonomé le rindió tributo este fin de semana, pero Panamá entero está en deuda con ella.