El exorcismo trata de una acción litúrgica por la que se intenta expulsar los demonios o liberar del dominio demoníaco, gracias a la autoridad espiritual que Cristo ha confiado a su iglesia. Jesús lo practicó y de Él tiene la iglesia el poder y el oficio de exorcizar, acotó.
Para poder saber si un caso es de posesión o no, hay que tener una experiencia en la materia porque unas veces es la posesión; otras, es la opresión. El padre Cosca explicó, que la posesión es cuando la persona voluntariamente se entrega a través de un culto o cualquier otra forma al demonio, ya sea por medio de pactos; o aquella que se denomine atea o pagana, o que haga cultos de brujería y demás. Mientras que, la opresión es cuando el demonio acostumbra molestar a todos los cristianos, a través de las tentaciones y de muchas otras formas.
Cuando se hace el estudio, se abre un expediente que se le entrega al arzobispo y en caso de que haya posesión, él designa a un sacerdote. Si no hay posesión, se hace una oración de liberación.
Generalmente, esas opresiones son depresiones, preocupaciones, tentaciones, pecados cometidos y no confesados. "El mundo está todo oprimido por el poder, el dinero, el sexo y las opresiones. Cuando uno pierde los estribos, se va más allá de lo normal".
Según el padre, muy poco se hacen exorcismos, pero desmintió el hecho de que cuando se realizan, el demonio se le puede pasar a otra persona (como sale en las películas), puesto que "el demonio solo está en quien lo lleva por dentro". Aunque aseveró que hay que cubrir con oración a la gente que está allí.
Existe el bien y el mal
Por su parte, el padre Reynaldo Jesús Karamañites, quien también ha hecho sanaciones y exorcismos, dijo que no se puede negar la existencia de Satanás en la vida humana; así como existe el bien, existe el mal y tampoco se puede negar que en nuestros corazones también anida el mal por medio del odio, la envidia, el rencor, venganza, violencia, el celo; y le damos cabida al pecado.
Diariamente, este sacerdote atiende personas y hace la Cristoterapia orando en el Santísimo por las personas. Él les hace preguntas sobre su vida para poder diagnosticar qué tipo de oración necesitan.
Recordó cuando hace algunos años, a las 11:30 p.m., lo llamaron para que fuera a la Parroquia de Juan Díaz porque tenían un caso de una joven de 16 años con una gran crisis a quien le estaban orando hacía horas. Allí también llegaron otros sacerdotes.
La muchacha había tumbado el Sagrario, la tenían agarrada entre cuatro personas y todas decían que estaba poseída. Lo primero que hice fue agarrar a la muchacha, me senté sobre ella y le hablé al oído; inmediatamente se levantó como si nada hubiese pasado y dijo: Yo ya estoy bien.
Luego, se sentó con ella a conversar y se dio cuenta que, desde los 12 años, tuvo una vida sexual activa, había abortado en algunas ocasiones y sí estaba poseída, pero no de Satanás; sino, de una vida de pecado, del mal de la sociedad que la estaba oprimiendo porque hasta había sido abusada. La joven tuvo un seguimiento con oraciones.
El sacerdote afirmó que la mayoría de la gente que acude en busca de ayuda no está poseída por el demonio. Es fácil echarle la culpa al demonio de nuestros problemas o de los problemas que hemos buscado en nuestra vida y no buscar en mí la causa de mi debilidad y de mi pecado. También ¿por qué estoy en esa situación?.
Han llegado personas diciendo que tienen un espíritu de chinguia o de casino, pero hay que ver cuál es la raíz de ese problema e igualmente se tratan mediante la oración.