El presidente ejecutivo de los aviones comerciales de Boeing, Kevin McAllister, pidió este lunes perdón por las víctimas de los dos accidentes de su modelo estrella, el 737 MAX, y se negó a especular sobre cuándo podría volver a operar, ya que ello dependerá de las autoridades de regulación.
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"Lo sentimos", dijo McAllister en una conferencia de prensa junto a varios de los principales directivos del gigante estadounidense en la primera jornada del Salón Aeronáutico de Le Bourget, al norte de París.
Señaló que son conscientes de que deben "trabajar para recuperar la confianza" e indicó que ya se han realizado más de 280 vuelos de prueba con modificaciones del programa informático de control de vuelo MCAS 12.1 que incorporan lecciones de los siniestros.
Aunque las conclusiones definitivas están por llegar, se relacionan con ese software los accidentes de los vuelos 610 de Lion Air, en octubre de 2018, y 302 de Ethiopian, en marzo de 2019, que causaron casi 350 muertes.
Las autoridades continuán con las investigaciones
McAllister no quiso avanzar plazos para que las aerolíneas vuelvan a utilizar el 737 MAX, con el argumento de que eso depende de las autoridades de supervisión, pero subrayó que Boeing está trabajando para que cuando eso ocurra "sea uno de los aviones más seguros que ha volado nunca".
También eludió alguna pregunta sobre si temen que la crisis que atraviesan por esa aeronave les suponga perder cuota de mercado: "Nuestra prioridad es que el 737 vuelva a volar de forma segura", repitió.
El hecho es que Boeing ha decidido reducir la cadencia de producción del 737 MAX de 52 a 42 aeronaves al mes.
El fabricante estadounidense ha recibido encargos para más de 5.000 de esos aviones de 107 clientes, de los cuales se han entregado 387.
Su eterno rival, el europeo Airbus, acumula pedidos para más de 6.500 unidades de los competidores directos, los modelos de la familia A320neo, la de pasillo único.
Los problemas de Boeing no se limitan al 737 MAX, ya que ha tenido que aplazar el primer vuelo de su nuevo 777X tras la detección de un problema en el motor.
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McAllister vinculó las precauciones tomadas con el 777X con el mal momento que el constructor estadounidense atraviesa por el 737 MAX, al señalar que "todas las lecciones" de este "servirán" y se aplicarán en el programa de aquel.