La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, se convirtió este miércoles en la voz de quienes temen más restricciones al aborto y prometió que luchará sin descanso para proteger el derecho de cada estadounidense a decidir sobre su cuerpo.
Las declaraciones de Harris se producen en un momento en el que Estados Unidos está a la espera de la entrada en vigor este viernes de un fallo judicial que busca prohibir la comercialización de un medicamento llamado mifepristona y usado en más de la mitad de todos los abortos en el país.
“Las mujeres de Estados Unidos están en un estado de constante terror sobre lo que todo esto puede significar para ellas y para las personas que quieren”, manifestó Harris, quien encabezó una reunión con altos cargos del Gobierno, incluido el fiscal general Merrick Garland, para evaluar la situación.
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Harris y su lucha por mantener el derecho
Harris ha abanderado la lucha por el acceso al aborto desde que hace casi un año la mayoría conservadora del Tribunal Supremo de EE.UU. acabara con la protección constitucional a ese derecho, permitiendo que cada estado fijara sus propias leyes para prohibir o restringir el aborto.
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La vicepresidenta ha viajado en el último año por diferentes estados de EE.UU. para conocer de primera mano la experiencia de las personas gestantes tras la decisión del Supremo.
Ha hablado con personas como Amanda, quien sufrió un aborto natural y fue al médico tres veces para que le dieran atención médica pero no encontró ningún tipo de ayuda. Solo la atendieron cuando estaba tan grave que su vida corría peligro, narró este miércoles Harris, visiblemente emocionada.
La mayoría de los abortos están actualmente prohibidos en 12 de los 50 estados de EE.UU. y, en algunos casos, solo se hacen excepciones cuando la vida de la madre está en riesgo.
Más sanciones
Harris avisó de que la situación puede empeorar si, como está previsto, entra en vigor este viernes el fallo judicial del juez de Texas Matthew Kacsmaryk, nombrado por el expresidente Donald Trump (2017-2021) y quien busca restringir la terminación del embarazo con medicamentos.
En aquellos estados donde el aborto se había prohibido, muchas mujeres estaban recurriendo a píldoras porque son fácilmente accesibles, ya que se pueden recibir por correo postal.
Específicamente, el fallo del juez de Texas se dirige contra la mifepristona, cuya comercialización fue aprobada en 2000 por la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA, en inglés), el regulador médico de Estados Unidos.
La FDA hizo numerosos controles antes de aprobar ese medicamento y asegura que es totalmente seguro; pero los activistas antiaborto que interpusieron la demanda alegan que presenta riesgos.
Nunca antes un juez había anulado las decisiones médicas de la FDA, cuyos criterios para aprobar medicamentos son un referente en todo el mundo.
El Gobierno de Biden ha recurrido el fallo del juez de Texas ante la Corte de Apelaciones del Quinto Distrito, una de las más conservadoras del país, pero esa corte aún no se ha posicionado.
El caso ha generado tanta preocupación por las consecuencias que pueda tener para la aprobación de otros medicamentos que unas 20 empresa farmacéuticas, incluidos gigantes como Pfizer, han pedido a la Corte de Apelaciones del Quinto Distrito que anule el fallo del juez de Texas.