Una molécula artificial, desarrollada en la Universidad de Colorado en Boulder, da nueva esperanza en el cura de la artritis reumatoide u otras enfermedades autoinmunes, anunció hoy el Instituto BioFronteras de esa universidad estadounidense.
Los experimentos, a cargo del profesor de bioquímica Hang Hubert Yin, se basaron en el análisis de 14.000 compuestos moleculares antes de crear un nuevo compuesto, ahora conocido como CU-CPT8m, que permite mantener en estado durmiente a la proteína TLR8.
Esta proteína, que reside en burbujas infinitesimales dentro de las células, es la responsable de causar inflamaciones corporales en respuesta a la posible presencia de virus o bacterias en el cuerpo. Cuando esa reacción es excesiva, el cuerpo se ataca a sí mismo.
El diminuto tamaño de la proteína TLR8 impedía hasta ahora contar con una manera de contrarrestar sus efectos, por lo que se podían aliviar los síntomas de las enfermedades autoinmunes, pero no se las podía tratar.
Pero ahora, según Yin, el nuevo compuesto desarrollado marca un cambio de paradigma en esos tratamientos.
Antes la gente trataba de cerrar la puerta abierta y mantenerla cerrada. Nosotros encontramos la llave para cerrar la puerta desde adentro para que nunca se abra, dijo metafóricamente Yin en un comunicado para explicar así la diferencia entre su enfoque y el de sus predecesores en cuanto inhibir las acciones de la proteína TLR8.
Hasta ahora, explicó, se buscaba interrumpir las acciones de la proteína TLR8 una vez que esa proteína estuviese activa, mientras que ahora es posible dejar a esa proteína en estado pasivo sin que llegue a activarse.
Aunque aún se necesitan más experimentos e investigaciones antes que la molécula CU-CPT8m llegue al mercado, Yin confía que su descubrimiento podrá ayudar a unos 23,5 millones de personas en Estados Unidos que sufren de artritis reumatoide, osteoartritis, escleroderma, lupus, la enfermedad de Still (una erupción cutánea inflamatoria con fiebre y dolor) y otras enfermedades en las que el sistema inmunológico ataca tejidos sanos.
Dada la prevalencia de esas enfermedades, existe un gran empuje para encontrar alternativas (a los tratamientos tradicionales), declaró Yin.
Por eso, Yin ya ha patentado su hallazgo y espera aplicarlo en poco tiempo en pruebas con animales y luego, quizá dentro de dos años, a seres humanos.
Durante ese período, Yin trabajará con expertos del Instituto Nacional de Salud, de la Universidad de Tokio, y de la Universidad Tsinghua y el Hospital del Colegio Médico Peking Union, ambos en Pekín.
Los detalles de los estudios aparecen en un artículo en el número más reciente de la revista especializada Nature Chemical Biology, publicado esta semana.
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