El papa Francisco aceptó la renuncia del cardenal de Washington, Donald Wuerl, tras verse implicado en dos grandes escándalos de encubrimiento de abusos sexuales y perder el apoyo de sus fieles, dijo el viernes el Vaticano.
Wuerl, quien cumplirá 78 años en noviembre, es el prelado de mayor rango en caer en el escándalo que afecta a la Iglesia luego de que su predecesor en el arzobispado de Washington, Theodore McCarrick, se viese obligado a dimitir como cardenal por acusaciones de que abusó de al menos dos menores y de seminaristas adultos.
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El pontífice aceptó la renuncia pero no nombró a su sustituto, explicó el Vaticano en un comunicado. La oficina de Wuerl dijo que se le pidió que siga en el cargo de forma interina hasta que se encuentre a un nuevo arzobispo.
En un primer momento, el cardenal restó importancia al escándalo e insistió en su buena reputación, pero con el paso del tiempo llegó a la conclusión de que no podía seguir al frente de la archidiócesis.
La iglesia es la más afectada
En su carta aceptando la dimisión, el papa dijo que, al pedir la jubilación, Wuerl había antepuesto los intereses y la unidad de su congregación a sus propias ambiciones, como deben hacer todos los pastores.
"Usted tiene elementos suficientes para justificar sus acciones y distinguir entre lo que significa encubrir delitos o no enfrentar los problemas, y cometer algunos errores, escribió el pontífice. "Sin embargo, su nobleza le ha llevado a no elegir esa forma de defensa. Por ello estoy orgulloso y le doy las gracias.
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Wuerl había presentado su renuncia a Francisco hace casi tres años, cuando cumplió 75, la edad habitual de jubilación para los obispos. Pero Francisco lo mantuvo en el cargo, como suelen hacer los papas con los obispos sanos con los que comparten prioridades pastorales.
Un informe de un jurado investigador publicado en agosto sobre los abusos sexuales en la diócesis de Pennsylvania acusó a Wuerl de ayudar a proteger a algunos de los sacerdotes que abusaron de menores durante su etapa como obispo de Pittsburgh, entre 1988 y 2006. De forma simultánea, Wuerl enfrentó un escepticismo generalizado ante su insistencia en que no sabía nada acerca de los años de supuesta mala conducta sexual de McCarrick.
Wuerl no ha sido acusado de delito alguno pero su nombre aparece varias veces en el reporte, que detalla los casos en los que permitió que curas acusados de abusos fueran reasignados o recuperasen sus cargos.
El cardenal se disculpó por el daño causado a las víctimas pero defendió sus esfuerzos para combatir los abusos cometidos por el clero.