La silla construida por emigrantes latinos en la que se sentará el papa Francisco para su misa en el Madison Square Garden, durante su visita a finales de septiembre a Nueva York, llegó hoy a su destino final.
Se trata de una sencilla silla de roble y sin el escudo de armas que usualmente acompaña a los jefes de la Iglesia católica en sus presentaciones porque así lo pidió el sumo pontífice, según explicó el Arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan.
Dolan presentó hoy la silla, construida por el nicaragüense Francisco Santamaría, de 61 años; el dominicano Fausto Hernández, de 51, y el mexicano Héctor Rojas, de 30, jornaleros que residen en la villa de Port Chester, al norte de Nueva York y que asistirán a la misa.
Otras inmigrantes bordaron los manteles que se usarán para el acto religioso.
"El papa Francisco quería algo sencillo, de madera, no quería ningún diseño", indicó Dolan en el Madison Square Garden, donde ya la silla aguarda por la misa que ofrecerá el primer papa latino, el próximo 25 de septiembre ante unas 20.000 personas, que escucharán el tradicional "Agnus Dei" previo a la comunión, compuesto por el sacerdote argentino Abel Di Marco, radicado en Puerto Rico.
Se eligió el Agnus de Di Marco porque el papa lo reconocería, según Jennifer Pascual, a cargo de elegir la música para la ceremonia de ese día, en que al menos 200 diáconos estarán junto al papa y 150 voluntarios.
La primera visita del papa Francisco a Nueva York, procedente de Washington, ha generado gran expectativa en esta ciudad, adonde llegará el 24 de septiembre, día en que visitará la Catedral de San Patricio, la catedral católica estilo neogótico más grande en este país, en la famosa Quinta Avenida, construida entre 1858 y 1865.
Al siguiente día se dirigirá al pleno de las Naciones Unidas, para luego visitar el Memorial a las víctimas de los atentados terroristas del World Trade Center y también sostendrá un encuentro con inmigrantes y refugiados en una escuela católica en El Barrio latino de Harlem.
Su visita culminará con la misa en el Madison Square Garden y a sólo pasos de allí tres hombres trabajan afanosamente pintando un mural de 54,9 metros del rostro del pontífice, que esperan que vea en su ruta a la famosa arena.
Van Hecht-Nielsen, un converso, es el artista a quien la Arquidiócesis de Brooklyn ha comisionado el trabajo, según The New York Times.
"Es una gran bendición", dijo al rotativo Hecht-Nielsen, de 41 años y quien trabaja con tres ayudantes.
Craig Tubiolo, a cargo del proyecto para la Arquidiócesis, espera que el papa Francisco se tome una selfie frente al gigantesco mural.
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