Ni procesión, ni villancicos, ni peregrinos, ni nada de una típica Navidad, pues la guerra en Gaza convirtió esta Nochebuena en una jornada triste en Belén, donde se venera el nacimiento de Jesús, según la tradición cristiana.
“Es una Navidad muy triste”, lamentó este domingo frente al lugar en el que los creyentes situan el nacimiento de Jesús el patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa.
Frente a la basílica de la Navidad, en la plaza del Pesebre, este año Jesús aparece entre escombros y alambradas, como los niños que mueren a diario en Gaza.
Una oración por la paz
“No hay ambiente navideño por la guerra, una guerra terrible”, comentó el patriarca antes de entrar en la basílica, que este año estaba mucho más sola, sin la afluencia masiva de peregrinos que en esta fecha otros años hacían colas durante oras para ver el lugar donde se cree que nació Jesús.
“Para todos aquellos que están sufriendo”, quien dirige a los cristianos de rito católico en Tierra Santa rogó una oración, “para rezar por la paz, por un alto el fuego inmediato” en la Franja de Gaza.
Más de 20.400 gazatíes han muerto y más de 54.000 han resultado heridos tras más de dos meses y medio de ofensiva militar israelí en el enclave palestino, después de que Israel declara la guerra al grupo islamista Hamás tras su ataque del pasado 7 de octubre en suelo israelí con más de 1.200 muertos y cerca de 240 secuestrados.
“Esperemos que la próxima Navidad tengamos una verdadera Navidad” en Belén, deseó el patriarca en este lugar sagrado del cristianismo.
Su mensaje por la paz fue uno de los muchos que se escucharon este día en el lugar santo, desde un estrado junto al nacimiento del Niño Jesús rodeado de cascotes, chapas y alambres.
Marcelo Gallardo, un sacerdote argentino de la congregación del Verbo Encarnado, que lleva 30 años en Belén, fue uno de los religiosos que aguantó bajo la lluvia y el frío la llegada del patriarca.
“Este año hay muy poca gente”, comentó, y “los jefes de las iglesias han pedido a los fieles no hacer manifestaciones externas como se hacen todos los años, pero sí las ceremonias religiosas”.
El sacerdote se sumó al pedido de una oración por el fin de todas las guerras en el mundo, no solo en Gaza: “Esperemos que el Niño Dios cambie de manera especial los corazones de los que gobiernan”.
“Nada es imposible para Dios (…) y creemos que realmente la oración, aunque parezca para algunos que no tiene poder, tiene más poder que todas las armas”, sentenció.