El presidente chino, Xi Jinping, subrayó hoy en su discurso de fin de año que su Gobierno tendrá un activo papel en la política internacional de 2016, ejercicio en el que China ostentará la presidencia de turno del G20, y ofreció "cambiar confrontación por cooperación" en las tensiones con otros países.
"La comunidad internacional espera oír la voz de China, conocer sus planes, y China no puede estar ausente", destacó Xi en su intervención de ocho minutos, emitida por la televisión estatal CCTV y otros muchos canales nacionales.
Xi subrayó mucho la necesidad de mejorar los lazos con otros países -en un momento de tensiones de China con naciones vecinas como Japón, Filipinas o Vietnam- y aseguró que "es el momento de cambiar las espadas por arados", en referencia a la necesidad de trabajar juntos en el seno de la comunidad internacional.
El mandatario adelantó que 2016 "es un año decisivo para comenzar a construir una sociedad modestamente acomodada" en China, con el inicio del XIII Plan (2016-2020), y afirmó que en el año venidero se profundizará en las reformas.
"El futuro es esperanzador, pero la felicidad no cae del cielo", subrayó Xi, quien con un cuadro de la Gran Muralla de China a sus espaldas exhortó a sus 1.300 millones de compatriotas a aunar esfuerzos para conseguir mayor prosperidad.
Ahondó en la necesidad de mejorar el medio ambiente dentro y fuera del país, subrayando que "solo tenemos un planeta", y auguró nuevos proyectos de inversión internacional de China, como parte de la iniciativa de las Nuevas Rutas de la Seda, con la que Pekín busca construir grandes redes de infraestructuras en toda Asia.
Xi hizo un somero repaso de lo sucedido en 2015, un año en el que "los enormes esfuerzos del pueblo chino han dado frutos y nuestro crecimiento económico sigue liderando al mundo".
El jefe de Estado chino recordó muchos logros en el año, desde el premio Nobel de Medicina para la científica Tu Youyou a la elección de Pekín como sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022, así como su histórica cumbre con el presidente taiwanés, Ma Jing-yeou, el 7 de noviembre.
"Nuestro apretón de manos superó 66 años en el tiempo y en el espacio", destacó Xi, en referencia al tiempo que China y Taiwán llevan separadas en lo político.
"Hubo alegrías, pero también tristezas", añadió el presidente al recordar tres tragedias ocurridas en China este año: el naufragio del barco de pasajeros "Estrella Oriental" (442 muertos), las explosiones en el puerto de Tianjin, con 173 fallecidos, y el reciente desprendimiento de Shenzhen, en el que 75 personas siguen desaparecidas casi dos semanas después.