Los dramaturgos andan observando el mundo. Siempre lo han hecho. Toman nota de toda conducta humana sana o insana, constructiva o destructiva, encomiable o deleznable y van alimentando su imaginación.
En la ciencia ficción todo cabe, lo bueno, lo malo y lo feo. Lo natural y lo contranatural, como lo es mucho de lo que ocurre en la pieza teatral "El show de Rocky Horror" de Richard O'Brien, comedia horripilante que está presentando el teatro La Estación solo para adultos.