Un montón de cámaras de vigilancia, un policía en la entrada del local y tener vista 20-20 para poder ver alguna situación fuera de lugar, son las únicas armas disponibles con las que cuentan los asiáticos en Panamá para intentar protegerse de la violencia en el país.
En su poco español y evidentemente alterado, Manuel Ching confiesa que el temor es latente. Solo con ver un sujeto de tez morena y con una extraña facha en sus locales, se activan las alarmas de su propia seguridad e inclusive no negó que muchos ya poseen armas para protegerse.