Con la participación de más de 30 productores y artesanos, se realizó ayer en La Pintada la cuarta feria artesanal, turística y agropecuaria.

La actividad busca dar a conocer el potencial con el que cuenta el pueblo del sombrero pintado.

La feria se inició con la presentación de conjuntos folclóricos, tamboritos y la venta de diferentes artesanías, comidas típicas y actividades en las que el turista nacional y extranjero disfrutó de un evento diferente.

Un menor de 16 años fue detenido por la policía de Arraiján, luego de que se le decomisara, durante un registro, una sustancia que parece ser la droga conocida como “crispy”.

La detención del menor se produjo ayer en el puente vehicular y peatonal ubicado a la entrada de Arraiján cabecera, cuando unidades de la policía lo observaron en actitud sospechosa.

Tras el hallazgo, el menor fue puesto a órdenes de la Fiscalía de Drogas para iniciar la investigación.

Luego de que el pasado jueves diera positivo en dengue una reclusa del Centro Femenino de Rehabilitación, el director de la Región Metropolitana de Salud, Aurelio Rangel, informó que se les practicó exámenes a otras por presentar cuadro febril.

Informó que para el martes tendrán los resultados, que determinarán si más reclusas tienen el virus o si tienen chikungunya.

Según informes del Ministerio de Salud, este año se han registrado 51 casos de chikungunya en Panamá.

Interminables son las quejas de los ciudadanos que residen en el área este de la provincia de Panamá, por las tarifas del servicio de transporte.

Una muestra de esta situación son las quejas que expresaron a “día a día” moradores de la barriada Nuevo Tocumen, quienes aducen que 90 buses son de corredor y solo 10 prestan servicio en la ruta normal.

Agregan los quejosos, que lo peor de todo es que los conductores de la ruta normal abusan de la tarifa cobrando $0.50, cuando debe ser $0.25.

Cuatro personas de diferentes nacionalidades fueron detenidas en Arraiján durante la semana que recién terminó.

Según el psicólogo Armando de la Rosa, el uso del móvil puede convertirse en una adicción cuando el individuo se desvive por revisarlo, tanto que le produce placer.

Muchos ciudadanos le denominan a este comportamiento “telefonitis”, que consiste en un impulso que no se puede controlar sobre el uso del móvil, a cualquier hora del día. Algunas personas llegan al extremo de colocarlo debajo de la almohada o cerca de la mesa de noche para poder sentir su vibración si les escriben.