Las relaciones entre la FIFA y Rusia, el anfitrión de la próxima Copa del Mundo, atraviesan por tensiones crecientes.
Dos temas principales de fricción han surgido desde el 13 de julio, cuando el presidente ruso Vladimir Putin se sentó junto al líder de la FIFA Joseph Blatter durante la final de la Copa del Mundo en Río de Janeiro: el control de los clubes de fútbol de Crimea y el alto costo de los estadios para el próximo Mundial.





