En días pasados, mi hijo mayor fue suspendido de la escuela. Le pregunté las razones de su suspensión y me respondió que había sido un castigo injusto, ya que él no había hecho nada malo.
Y tenía razón. No hizo nada.
A veces nuestro delito puede no ser de acción, sino de omisión.
Si tenemos amigos, y amigos de verdad, debemos ser capaces de decirles lo que es bueno y lo que es malo.
A veces tenemos que decirles a nuestros amigos lo que ellos no quieren escuchar.
A veces tenemos que hacer entrar en razón a nuestros amigos. ¡Qué bueno es no hacer nada!





