Nos sentimos mal cuando una prolongada sequía exige racionar el agua. Hay un racionamiento peor: racionar el amor.
Se hace el mal cuando se deja de hacer el bien: el amor que no se da, el diálogo que se evita, las caricias que se niegan, el estímulo no brindado, los bienes no compartidos. No raciones el cariño, no seas avaro con el afecto. El amor es un tesoro que crece cuando se ofrece.
Una feliz paradoja: más amor tienes cuanto más amor brindas; siempre
recibes más de lo que das.