Nadie esperaba un ataque el sábado por la tarde, pues el parque estaba lleno de familias, niños, ancianos, quienes paseaban por allí. El ambiente era tranquilo, a pesar que a pocos metros de allí estaban aún controlando parte del incendio del almacén la Gran Manzana.
Jean Carlos murió sobre las piernas de su esposa, a los cinco minutos de recibir el disparo, esta lo abrazaba y daba gritos de desesperación. Ella solo deseaba que todo fuera una pesadilla, no es para menos, él era padre de dos niños. Una comadre llegó al sitio para consolarla.