No cuesta nada y vale mucho. Enriquece a quien la recibe, sin empobrecer a quien la da.
Dura solo un instante, pero sus efectos perduran para siempre.
Nadie es tan rico que no precise de ella, ni tan pobre que no merezca una.
Lleva la felicidad a todos y a todas partes.
Es símbolo de amistad, de buena voluntad, es un aliento para los desanimados, reposo para los cansados, rayo de sol para los amargados y resurrección para los desesperados.
No se compra, ni se presta.