R esulta que había dos ranitas que aprovechando su día libre salieron a pasear por una hermosa mansión. Cuando llegaron a la cocina en busca de algo de comer, se resbalaron en unas gotas de aceite para caer en una gran olla de crema.
Ambas desesperadas comenzaron a defenderse de la masa movediza que las iba devorando, hasta que una de ellas dijo:





