En una ocasión, un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Al despertar, mandó a llamar a un adivino para que interpretase su sueño.
- ¡Qué desgracia mi señor! - exclamó el adivino - Cada diente caído representa la pérdida de un pariente vuestro.
- ¡Qué insolencia! - gritó el Sultán enfurecido - ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.