Un famoso autor fue invitado una vez por un renombrado cirujano a contemplar una difícil operación que iba a realizar. Mientras el cirujano llevaba a cabo los preparativos necesarios para la operación, parecía confiado, pero un poco nervioso. Luego, emprendiendo el camino hacia el quirófano, se detuvo un momento e inclinó la cabeza (mientras rezaba en su interior).
Más tarde, durante la operación, sus manos se veían sin nervios... se veían tranquilas...
Mucho tiempo después, el autor expresó su sorpresa de que un cirujano rezase.